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miércoles, 10 de enero de 2018

OPINION: ¿Los dominicanos al Consejo de Seguridad de la ONU en el 2019?

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POR EMILIANO PEREZ ESPINOSA
   
 Desde la guerra del Peloponeso, en el siglo V antes de Cristo, hasta la Segunda Guerra Mundial, en el siglo XX después de Cristo, el número de personas asesinados por esta razón, se calculan en millones. Luego de estas amargas experiencias bélicas, los seres humanos han intentado construirse una vida más segura, más tranquila y en paz, y han creado varias instituciones políticas de carácter local (el Estado/Nación), de carácter regional (grupo de países de un área, ejemplo la OEA) y de carácter global (la ONU), que ayuden a promover una nueva cultura de paz, que pueda garantizar su coexistencia pacífica. Además, han firmado un buen numero de tratados y acuerdos con la intención expresa de obtener los objetivos antes mencionados. 

Es importante revisar y/u observar el proceso de los tres más recientes tratados de paz, que definen el mundo de hoy. Ese proceso se inicia con el Tratado de Westfalia, firmado en 1648, luego de las guerras motivadas por las posiciones religiosas, que enfrentaron a católicos y protestantes en Europa. Esas guerras son mejor conocidas como las guerras de los 30 y 80 años respectivamente. El Tratado de Westfalia es considerado como la base y origen del concepto de Estado moderno.

Luego se produce la Conferencia de Versalles (1919), concebida luego de la Primera Guerra Mundial, y que fue un intento fallido de crear la Liga de las Naciones, hasta llegar a la Conferencia de Yalta, rubricada en el 1945, luego de la Segunda Guerra Mundial, y que dio origen a lo que es hoy las Naciones Unidas, instrumento multilateral internacional, el cual representa el paradigma de la paz y seguridad internacionales de la especie humana.

Pese a todas las guerras, conflictos, acuerdos y tratados, un hecho extraño, preocupante y seriamente amenazador está ocurriendo en los últimos años, y es el hecho que los arquitectos de ese orden mundial, erigido después de la Segunda Guerra Mundial con la Conferencia/Tratado de Yalta, han iniciado en un proceso de franca revisión de esa arquitectura comercial, social, y política local, regional y global que ellos mismos crearon y acordaron. 

Varios son los ejemplos que podemos tomar como evidencias: la aprobación del Brexit en Inglaterra, los temas de Cataluña en España, los de Corea del Norte e Irán, la guerra sobre el terrorismo, la guerra en Siria, la teoría de los rusos sobre “la nueva arquitectura mundial luego del Oeste” y las decisiones y acciones de muchos Estados, de revisar y modificar sus propias filosofías, políticas exteriores y los acuerdos internacionales que ellos mismos impulsaban.

La mejor radiografía del estado de involución e inestabilidad que vivimos los seres humanos, la definió nuestro premio Nobel de la Literatura, Mario Vargas Llosa, en el periódico El País, cuando tratando de interpretar el caso de Cataluña, escribió: “El nacionalismo está reñido con todas esas instituciones y categorías que nos han ido sacando de la tribu y el garrote y el salvajismo, y nos han inculcado el respeto a los demás, enseñándonos a convivir con quienes son distintos y creen cosas diferentes de las que creemos nosotros, y hecho entender que vivir en la legalidad y la diversidad y la libertad es mejor que en la barbarie y la anarquía”.

Los dominicanos, ante este mundo tan complejo, y en este contexto de guerras, conflictos locales, regionales, tratados de paz, multilateralismo y/o nacionalismo, y como actores de renta media en tiempos de franca turbulencia, hemos sacado nuestras propias conclusiones y hemos decidido prepararnos, para obtener un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en las elecciones de junio del 2018.

En tal sentido, apoyo la decisión del Estado Dominicano a través de nuestro superior gobierno, el cual ha diseñado una estrategia triunfadora para ocupar un escaño en el Consejo de Seguridad de la ONU 2019-2020, y así poner en alto la bandera tricolor y nuestra Dominicanidad.