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lunes, 7 de mayo de 2018

OPINION: La UASD-Centro Barahona y De La Cruz Fernández de cara al 20 de junio

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Por Ramón López Ynoa

La UASD-Centro Barahona continúa visualizándose viernina y sabatina con el consiguiente desaprovechamiento, entre lunes y jueves, de un espacio áulico que escasea los fines de semana, y su oferta curricular no es distintiva y cónsona con las peculiaridades de la región. 

A sus cuarenta y ocho años de edad escasamente el 31.03% de su plantilla docente es residente y no ha logrado superar el techo exigido para erigirlo en recinto universitario.

La región no conoce de alguna investigación que, de una manera u otra, le haya resuelto una situación apremiante por pequeña que ésta haya sido, así tampoco se visibiliza algún aporte que le haya quedado a las comunidades fruto de su presencia en la llamada extensión universitaria. 

Quizás la espera durante cinco lustros de un desarrollo que no se ha visto llegar haya producido un desgaste en su psiquis colectiva o corporativa de manera que, sin advertirlo, pudiera estar ocurriendo que su pasado se encuentre constantemente influyendo en su cotidianidad, induciendo, en consecuencia, a “repetir la historia” en cada período de gestión, una historia que, precisamente, no es de empuje modernizador. 

Mientras en otras extensiones universitarias, la de San Juan, para citar un caso, existen hasta seis aspirantes para la dirección y tres para la subdirección, es sintomático que sólo un académico, el doctor Manuel Antonio De La Cruz Fernández, se haya decidido por aspirar a dirigir la UASD-Barahona en el presente certamen electoral y que sólo dos aspiren a la subdirección.

El doctor De la Cruz Fernández es el candidato que, de ser electo director este 20 de junio, podría significar un antes y un después en la manera de dirigir a esta unidad académica, y sería así porque tiene las condiciones para encauzar a la UASD-Barahona por la ruta del avance institucional, la sostenibilidad y la pertinencia como institución de formación superior, deteniendo ese “repetir la historia” que en cada gestión parece agazaparse en el comportamiento de sus directores. 

Un primer elemento que tiene De La Cruz Fernández a su favor es la manifiesta voluntad de liderar el cambio, de ser el catalizador de una nueva UASD-Centro Barahona, sentando las bases para su despegue definitivo al servicio de la región. 

El segundo factor es esa habilidad innata que posee para lograr lo que se propone, y si esta capacidad la pone al servicio de su propia gestión, estaría asegurado el éxito. 

Otra condición es que conoce la institución que dirigirá, conoce sus debilidades y sus fortalezas, sus oportunidades y sus amenazas, pues no en vano dirigió recientemente el proceso de autoevaluación institucional. 

Conoce al cojo sentado y al bizco durmiendo, y un cuarto elemento es que posee la formación profesional y sobradas experiencias gerenciales para dirigir una institución de la complejidad de la UASD-Centro Barahona.

Si el doctor De La Cruz Fernández tiene presente que todo proceso de cambio produce resistencias y que en ese proceso no es posible estar bien con todos y, en ese sentido, se aparta del camino enjabonado y resbaladizo de la sinuosidad y las sombras, entonces, es la persona que por tanto tiempo se había estado esperando. 

Cuenta el relato bíblico que mientras Juan, el Bautista, estaba preso, y habiendo oído de las cosas que Jesús de Nazaret hacía, mandó a preguntarle si él era el que había de venir o se tenía que esperar a otro, Jesús le respondió con las evidencias de las cosas que estaba haciendo. 

Guardando la distancia, claro, ¿habrá llegado el tiempo para construir entre todos una nueva UASD-Centro Barahona fortalecida, misional y visionaria, o tendremos que esperar a otro?

*Autor: Profesor UASD, exdirector regional 01 Educación