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domingo, 26 de agosto de 2018

OPINION: Devaluación de la prudencia...

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Por Manuel Bolívar Pérez

Extremamente preocupante e indignante es lo que hemos venido observando últimamente en las redes sociales, ver como  personas pueden emitir tantos insultos en serie a través de estos  espacios nos crea las interrogantes: ¿Cuál es el estado psicológico de esas personas?  ¿Es que no llegan a darse por enteradas de que podrían llenar páginas enteras de un cuaderno con esas groserías?  ¿En qué vamos a convertir estos espacios?

La libertad ganada con la apertura de estos medios por todos los que tenemos al alcance un dispositivo electrónico para usarlas está revirtiéndose de tal manera que la ausencia de controles originará nuevas opresiones.  Y más aún, podríamos asegurar que cuando las publicaciones en estos medios sean reguladas, será imposible contener o revertir el daño causado como consecuencia de los  disgustos a causa de los violentos e indeseables comentarios publicados diariamente en las redes.

Pareciera ser que las redes sociales estuviesen invadidas por personas frustradas en donde solo se emiten opiniones de odio, desprecio,  desconsideración e indiferencia, en donde se destaca la ausencia de un debate de calidad de ideas y opiniones que puedan construir una mejor sociedad, y no por la falta de un marco regulatorio que imponga un régimen de consecuencias que pueda controlar el libertinaje cibernético que tiende a confundir lo que es la libre expresión con la difamación, la falta de respeto y la injuria,  si no más bien por la falta de sentido común, educación  y hasta profesionalidad.

Podríamos estar de acuerdo o discrepar con las ideas, gestión  o posición de un funcionario público, líder religioso o ciudadano común, y nunca será necesario denigrar su persona,  su familia y sus allegados externando odio, falta de respeto y desconsideración sin medir el impacto o daño causado.   Ninguna persona por integra que se considere,  tiene el derecho a dar al traste con la dignidad de otra a través de las redes sociales u otros medios faltando a la prudencia.

Es aterrador ver como personas opinan destruyendo a otras a través de estos espacios virtuales opinando y acusando con tanta seguridad.   Utilizar  leguajes despectivos contra nuestro prójimo, sin siquiera validar información o indagar la fuente, es desconocer que todo hombre de bien tiene sus luces y tiene sus sombras, y desentendemos que  fomentar esa incultura de atropello y desconsideraron es ignorar nuestra propia ignorancia.

¡Hasta la próxima entrega!