Por Miguel Pineda
Antes y después de la Era de Trujillo el colegio de monjas Divina Pastora en Barahona era un centro educativo élite, compuesto inicialmente por estudiantes del sexo femenino de clase media, alta y acomodada.
Las más distinguidas señoritas de casi toda la región cursaban estudios en sus sagradas y solemnes aulas. Los apellidos sonoros abundaban: Cury, Lama, Hazoury, Toral, Melgen, Pérez Espinosa, Méndez, Michel, Melo, entre otros.
El colegio Divina Pastora se caracterizaba por su férrea disciplina, enseñanza de muy alta calidad, organización, limpieza e higiene, práctica de los ritos católicos y el confort de sus aulas. Los actos y actividades que celebraban concitaban la atención y admiración de todos nosotros.
Había un internado para aquellas muchachas cuyos padres querían una cerrada y estricta formación, sustentada en los valores religiosos, morales y el respeto absoluto de las normas de la época.
Alrededor del medio día un grupo de jóvenes se apersonaba a la salida del Divina Pastora, a una distancia prudente, pues esa era la regla, con el fin de cortejar a esas bellas y ricas mujeres, pero la llamada clase baja se abstenía de acudir a esas citas por una especie de veda social.
Las finas, inteligentes, delicadas y atractivas chicas que estudiaban en el colegio ya señalado fueron en su mayoría personas de bien, algunas como es natural con su complejo de superioridad, pero más de un 90% crearon familias sólidas y decentes, con un ejemplar código de ética y una firme creencia en Dios.
Muchos de sus Hijos son hoy brillantes profesionales, empresarios y hombres de bien. El colegio Divina Pastora de Barahona fue un centro modelo en cuyas aulas e inmediaciones quedaron grabados inolvidables recuerdos, preciosas añoranzas y la impronta de una enseñanza integral y productiva.