BUSCAR EN NUESTRA PAGINA

Header Ads

viernes, 4 de enero de 2019

OPINION: La ocupación de la Embajada en 1993 (III)

0 comments
POR SANTO SALVADOR CUEVAS

Al ser trasladados hacia "El Teleferico" en "las perreras", desde la Embajada de Colombia sito en República Dominicana y en calidad de prisioneros, -tal como detallamos- llegamos al Palacio de la P.N. en "fila india", siendo recibidos con desprecio y represión por los elementos adiestrados para eso por el Estado.

Esa fue una noche muy tensa para el conjunto de detenidos, pues la experiencia dejada por los Gobiernos de Joaquín Balaguer, no daba espacio a esperar algo distinto al atropello y la represión policial, más, todo se limitó a los interrogatorios individuales, cargados de presión psicológica, con los que se buscaba sentar la base para elaborar su expediente acusatorio.

Se nos acusaba de intentar alterar el orden en la legación diplomática, de romper a pedradas los cristales de la puerta de acceso a la Embajada, y agredir provocando fracturas en un brazo a la esposa de Rafael Pardo Llada, embador de la República de Colombia.

Amenecimos trancados en el tenebroso "Teleférico" ubicado en la tercera planta del Palacio de la Policía Nacional.

Al amanecer y llegar los rayos del sol de aquél nuevo día, los prisioneros fuimos sacados de las habitaciones y colocados pegados a la pared a lo largo del pasillo.

Después de las 9:00 a.m. se inició el trayecto (siempre en fila india) hacia "las perreras" que nos trasladaron al Palacio de Justicia sito en Ciudad Nueva: Íbamos a ser procesados.

Al llegar al mencionado tribunal, fuimos introducidos en una prisión que encontramos repleta de hombres detenidos, y -como si nada- todos fuimos obligados a penetrar en dicha prisión: Parecíamos sardinas acorraladas entre latas con barrotes de hierro.

Cinco días ahí encerrados aguardando por un juicio que se hacía eterna su llegada.

Al menos, en el Palacio de Justicia aparecieron los rostros solidarios, entre ellos recordamos a Virtudes de la Rosa, y a familiares de los presos en Colombia, cargando comida, refrescos, calor humano y la motivación necesaria para confirmar que en esto no estábamos solos.

Llegado el 5to día de ese encierro, se presentó la hora del juicio.


Al presentarnos a la sala de audiencia, ya sentado en el banquillo de los acusados, estaba el inmenso Ramón Almanzar, quien no era de los prisioneros, pero sí el principal acusado como cabecilla del grupo. Y en verdad se trataba del vocero y líder principal, que encabezaba la resistencia llevada a cabo a lo largo de todo el país por la libertad de los Dominicanos presos en Colombia.

Otro caso novedoso en la sala de audiencia aquél día fue la presencia de un personal superior a la veintena de letrados del derecho que, con togas y birretes en manos, se brindaron como abogados de la defensa: Por cada prisionero habían dos abogados.

Entre esos profesionales del derecho recuerdo a Santiago Sosa, quien laboró por mucho tiempo en el Cedee, hace poco fue presidente de la Junta Electoral del Distrito Nacional, y ahora creo que está laborando en las altas cortes.

Otro abogado que se destacó en nuestra defensa fue Jesús Feliz, quien luego fue funcionario en el Gobierno de Hipolito Mejía, encargado de la persecución a la corrupción.

Leído el expediente acusatorio, el juez procedió a interrogar a los acusados, se le pidió a Ramón Almanzar ponerse de pie y explicar:

Ramón dijo algo así: "Quien debe estar en el banquillo de los acusados, es el Dr. Joaquín Balaguer, porque de lo que se trata es de una trama entre los Gobiernos de ambos países (Colombia y Dominicana), con lo que buscan agredir el movimiento social, para desarticular la resistencia del pueblo dominicano".

"Nadie me vio en la Embajada el día de la justa protesta por la libertad de los Dominicanos secuestrados en Colombia -dijo Almanzar-, y sin embargo, aparezco como el principal acusado de desorden en la legacición diplomática. Es el mismo patrón de prefabricar expedientes".

Esa intervención de Ramón Almanzar y los turnos agotados por la barra de la defensa, hicieron trizas el expediente orquestado contra nosotros.

Sin mucha vuelta, se procedió a leer la sentencia del juez:

"Se declara la acusación como infundada, y se ordena proceder de inmediato a la Libertad de los nombrados: Ramón María Almanzar, Fernando Arturo Peña, Victor Flores, Santo Salvador Cuevas...." Y demás compañeros: Todos fuimos absuertos.

Esa misma tarde de la liberación teníamos el deseo de retornar a nuestra "patria chica" Tamayo, pero no fue posible pues recibí la información, junto con un pasaporte de mi propiedad, dando cuenta que al otro día a las 7:00 a.m. debía montarme en un avión de Iberia que me trasladaría hacia la República de Colombia, a visitar los Dominicanos presos, y a sus abogados.


Casi al medio día desembarcamos por el Aeropuerto Internacional El Dorado, sito en Santa Fe de Bogotá.

A nuestra llegada a Colombia aconteció algo que para mi retorno me ocasionó una dificultad, como veremos más adelante.

Fui recibido por un señor de nombre Fernando Gomez, un joven de té blanca, estatura mediana, muy solidario y atento, su hogar fue mi hogar durante los 15 días que visitamos su ciudad. Muy diligente, me presentó su familia, su anciana madre, en ella vi el rostro humano de mi madre Maura Jimenez, EPD, por su solidaridad y vocación cristiana, también me presentó a su hermana Gladdys, a su sobrino Sebastian, que era una biblia de inteligente, y nos presentó también a su "Mona", Juan Gomez vivía cada minuto para su "Mona", que así denominan a las mujeres de pelo rubio, con quien desarrollaba una relación de pareja, su "Mona" era su novia.

Lo primero pendiente era contactar a mi familia en Tamayo, para informar de mi puesta en libertad, entonces no habían tantos teléfonos como abundan hoy día, ni celulares, donde Blanco Güenín había uno, y el Cactus contaba con uno, decidí llamar desde Colombia y hablar con mi esposa Mirian Feliz:

- "Alooo", le dije. "Es Tato, ya me soltaron".

- "Ah siii, nos dimos cuenta, que bueno", dijo Mirian. "Cuando viene para la casa", preguntó ella.

-Voy en 15 días, le dije.

- "Cómo que en 15 día -dijo ella- pues tu no tiene familia", preguntó.

- "Es que estoy en Colombia", le dije. Lo demás se lo pueden imaginar.

Como ese día llegamos tarde a Colombia, no nos fue posible asistir a la "Cárcel Modelo de Bogota" a visitar los presos, y, como todos los días no eran de visitas pues tuve que aguardar varios días.

Ese tiempo lo aprovechamos para visitar: El Palacio Presidencial Antonio Nariño, su parte frontal; el Palacio de Justicia, que en los 80 fue asaltado por el Movimiento M-19, donde hubo una carnicería humana; también visitamos "La 5ta de Bolivar", donde observamos la mecedora, cama, silla, bolígrafos, silla de montar a caballo, y armamentos utilizados en su época por el Libertador Simón Bolivar.

Entrar a ese lugar es como tocar parte de la historia continental; fuimos a la Plaza Bolivar, un lugar inmenso donde lo más placentero se disfruta comprando maíz para alimentar a millares de palomas blancas, símbolo de la paz por que tantos militantes han resistido y sacrificado sus vidas a lo largo y ancho de todo el planeta.

Por último, visitamos el Santuario de Monserrate, ubicado en lo alto de un cerro donde se venera al "Señor Caído", a una altura superior a los 2,300 Metros, para descender (si es a pie) debe hacerse pisando 1,034 escalones, camino al Cerro de Monserrate se puede observar desde el teleférico a la magestuosa e inmensa Bogotá, se sube a pie, o por el teleférico o por el Fornicular.

Llegó el día y la hora de estrechar los abrazos con los Dominicanos presos, fuimos hasta la Cárcel Modelo, de máxima seguridad, en donde tenían prisioneros a cuatro hombres dominicanos que fueron a Colombia a intercambio cultural y que, de manera albitraria y violatoria, el Gobierno colombiano les coartaba su libertad, teniendole secuestrados tras esa mole de concreto y hierro, rodeada por decenas de soldados con ametralladoras y fusiles en las manos prestos para matar.

Me encontré con Manuel Terrero Pérez, después de pasar como cinco portones de hierro, el abrazo fue estremecedor, platicamos durante unos minutos mientras avanzamos al encuentro de Guillermo Brea, Fidel Santana y Francisco Ramos, Germania aún no estaba en prisión.

Las pláticas se desarrollaron de manera colectivas e individuales para con cada uno, llevaba además mensajes personales de sus familiares.

Dentro de esa cárcel pude saludar a varios guerrilleros de la FARC Y ELN, hubo un Comandante guerrillero muy famoso al que quise saludar y que solo observé en la distancia dado que le estaba prohíbido el contacto con visitas.

Fue en una de esas visitas cuando pude escuchar a Fidel Santana explicar de un proyecto político concebido, donde establecía que, "hay que avanzar, pasando por las elecciones, y acumular las fuerzas que nos lleven a ocupar espacios, hasta la conquista del poder". Es decir, Fidel Santana, estaba planteando un proyecto democrático, cuando aún en sectores de la izquierda eso era un delito.

Me tocó visitar la Embajada Dominicana, reuniendome con el señor embajador Lic. Miguel Fersobe, un hijato de Norge Botello, que para entonces dirigía la Cámara de Diputados en República Dominicana, y con la Cónsul General, una joven mulata, espigadita, pelo largo y liso, negrito como un chocho, inteligente al hablar, muy atenta a mi intervención, a ambos le demandamos "ser mas ágil con la asistencia a los Dominicanos presos", y le pedimos tramitar al Gobierno Dominicana nuestra decisión de continuar las protestas en Santo Domingo, si no son liberados los Dominicanos secuestrados en Colombia.

Fueron muy atentos los diplomáticos dominicanos.

Debo explicarle que en una 3ra o 4ta planta de un edificio tuve el honor de conocer y platicar por largo rato con el Dr. Eduardo Umaña, abogado de los prisioneros, una eminencia, muy inteligente, descriptivo, manejaba al dedillo la situación de Colombia y sostenía los argumentos necesarios para que los Dominicanos sean liberados, caso que logró al fin

Eduardo Umaña me invitó a cenar a su hogar, donde recibimos las más finas y humanas atenciones, él visitó Santo Domingo a propósito de la libertad de los Dominicanos presos.

Umaña era abogado de alto vuelo, y siempre asumiendo la defensa de militantes sociales y revolucionarios de todo el Continente, entre ellos fue abogado de Abimael Guzman, el líder de Sendero Luminoso que cumple cadena perpetua en una prisión de Perú.

Me desplomé en llanto cuando estando ya en Santo Domingo recibí la desgarradora noticia de que Eduardo Umaña, el mismo que fue tan humano y solidario, un comando paramilitar lo acribilló a balazos en plena Bogotá.

Varias veces visitamos a los compañeros presos, aún Germania Castillo no estaba prisionera, pero en este viaje no pude contactarla dado que andaba siendo buscada para someterla también al juicio de los llamados "Jueces Sin Rostros".

Fue en 1995 cuando pude ver a Germania Castillo, pues nos tocó retornar a Colombia y visitarla en la Cárcel para mujeres "El Buen Pastor".

En esos días salió al escenario un artista con gran acogida en la población colombiana: Carlos Vives, cantando canciones de vallenato.

En las bucetas, que son vehículos de transporte masivo, la gente cantaba los vallenatos de Carlos Vives, era contagiante. Me invitaron al concierto que en una plaza pública que convocó el artista, fue masiva la participación, las primeras canciones de Carlos Vives que sonaron en República Dominicana, fue en Radio Enriquillo, la trajimos nosotros desde Colombia.

Juan Gomez me comunicó que varios amigos de la universidad querían una tertulia con nosotros, se programó la misma, y una noche nos llevamos más de tres horas hablando de cultura, literatura y escritores connotados de ambos países, dominaban al dedillo la vida de Juan Bosch y su aporte a la literatura universal.

El día que me tocó retornar a mi país, al llegar a la mesa de control del aeropuerto El Dorado presto para montar en el avión, el oficial me preguntó:

- "Y Ud, por donde entró a este país".

- Entré por aquí mismo, mire el ticke de avión, le dije.

- "Ud. está preso", me dijo.

Dicho y hecho.

Fui conducido al Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), que es una especie de Departanento Nacional de Investifaciones (DNI) en Santo Domingo, solo que el DAS es más sofisticado, más sanguinario y en un país en guerra.

En el DAS se me interrogó y se llenó una ficha de control, se me dijo que debía pagar $100.00 dolar, o ser deportado, "y jamás podía volver a Colombia".

Tuve que pagar la sanción.

Lo que pasó fue que al aterrizar el avión, me fui detrás de unos "encorbatados" y entré por el "Salón de Embadores", así no colocaron el sello de control de entrada a Colombia, y ahí estuvo mi problema, pues hasta tres días después no pude salir de Colombia por la ausencia de vuelo de la línea española Iberia.

Por último, en 1995 tuve que retornar a Colombia a visitas en la cárcel a Germania Castillo, pero será en una próxima entrega cuando volveremos al tema.

En las tres fotos al pie de este artículo aparecen: La Licda. Doña Maria Teresa Saenz y el abogado de Germania Castillo, Lic. Reynaldo Villarba Vargas; aparezco junto a la señora María Teresa Saenz, en su residencia de Bogotá; y solo en la foto el Dr. Eduardo Umaña.

Hasta la próxima entrega.