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sábado, 19 de octubre de 2019

OPINION: ¡Ante la inminencia de nuestro triunfo!

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POR STILL PEREZ

 En los caminos de los batallares por nuestro triunfo, he encontrando interrogantes, que se le ocurren a personas conocidas y a personas no conocidas. Esas interrogantes merecen respuestas claras.

Nuestro proyecto, Still Pérez Diputado 2020, está cimentado en la transparencia, de la cabeza a los pies, a nadie le cabe la menor sombra de duda. Nuestros valores, honradez, honestidad, generosidad, solidaridad, son firmes, el tiempo por nosotros recorrido, a lo largo de nuestra vida, lo corroboran.

A mis 12 años, me hice un hombre, empecé a ejercer mi primer empleo. Éste, como los otros que tuve, no fue un empleo físico ni forzado, puesto que siempre me he dedicado a hacer lo que he querido, a hacer lo que me apasiona.

Al ganar mi segundo torneo de Ajedrez en la provincia Barahona, con apenas 3 meses de haber empezado a estudiar el deporte ciencia, la Asociación de Ajedrez de Barahona gestionó una subvención ante el Ayuntamiento Municipal de Barahona, administrado para entonces por el señor Luis Virgilio Reyes, una muralla de seriedad. Esto fue en el 1998, aunque el evento fue ganado por mí en diciembre de 1997.

Modesto Peña, presidente de entonces de la Asociación de Ajedrez de Barahona y mi maestro, me recomendó que invirtiera esa subvención en algún curso, ya que me serviría de mucho en mi formación. Me inscribí en el único instituito de computadoras de entonces: el Instituto de Computadoras Locales (COMPUTALO). Ya tenía un mes estudiando computadora en otro instituto, en el que tuve como profesor a Rumery Pérez (Palito), donde aprendí muy bien los fundamentos de la computación.

Al ingresar a COMPUTALO, lo cual se hizo posible gracias a la subvención lograda por mi triunfo en el ajedrez, tuve mayores oportunidades, debido a la más amplia apertura para el uso de los equipos y la más avanzada tecnología que había. Mi horario era lunes, miércoles y viernes, pero yo iba diario, hasta los sábados y domingo.

El primer programa constaba de 6 meses de tiempo, espacio en que debía ver Ms-Dos, Lotus 123, D'base, Word Perfect y Qbasic. Ya en tres meses tenía una comprensión cabal del programa a estudiar.

Ante la falta de un maestro, Franmi Suero, el profesor que allí tuve, muy bueno por cierto, me propuso que diera clases en ese instituto en el que apenas era un estudiante. Acepté sin vacilación la propuesta debido al reconocimiento que para mí significaba la misma. Ese fue mi primer empleo, el que desarrollé con dedicación, disciplina y esmero, como todo lo que me ha gustado en la vida. Lo dejé cuando quise, nunca tuve inconvenientes, ni con mis compañeros ni con los alumnos míos, que eran adultos.

Por cuestiones naturales me convierto en locutor, con facilidad, , logrando mi segundo empleo en las Emisoras de Empresas Radiofónicas, como locutor noticioso. Esto fue a los 14 años, gracias a la visión del director y maestro, ya fallecido, Tito J. Vargas, quien creyó en nuestro talento pese a mi edad.

Desde entonces me he dedicado a trabajar, estudiar y competir, en locución, ajedrez, derecho y todo aquello que implique algo que yo sepa hacer bien y esté dentro del marco de la ley. He ganado dinero, mucho o poco, haciendo lo que me gusta y con el apoyo de toda mi familia, siempre apegado a lo ético, a lo correcto.

Al lanzar mis aspiraciones a diputado por la provincia, algunas personas, ante la inminencia de nuestro triunfo, se preguntan y me preguntan que dónde he conseguido dinero para aspirar a un cargo que implica tantos recursos económicos.

Para ellos, mi respuesta es simple: ¡trabajando y sudando!

Cuando no me alcanza con el trabajo, mis amigos me ayudan.

¡Hasta la victoria, siempre!