POR RAFAEL MÉNDEZ
(Periodista-ex diputado)
La pérdida de la capacidad de asombro en nuestro medio es una enfermedad endémica.
Me permito darle esa categoría, por lo constante que se ha vuelto.
Y muchos, incluso proclaman, que en este país se ha perdido la capacidad de asombro.
Y la pérdida de la capacidad de asombro ha llegado a un nivel tal, que no nos hemos dado cuenta que la perdimos.
Y mucho menos lo que significa.
Más aún: Lo peligroso que significa para un país perder la capacidad de asombro.
Y esa es una verdad de perogruyo.
Tan cierta es esa verdad, que se juega a ella.
Grandes cosas pasan aquí por desapercibidas.
Y se juega al tiempo. Precisamente porque se da como un axioma que en el país se ha perdido la capacidad de asombro.
Aquí pasan cosas tan grandes que en cualquier parte del mundo tumbaran un gobierno.
Ejemplos huelga, en todos los tiempos.
En todos los gobiernos.
En este que recién se inaugura.
Y en los tantos que han pasado.
Permitirme unas ilustraciones didácticas
