Gonzalo Castillo y varios inversionistas apostaron al desarrollo turístico de Barahona.
Adquirieron ruinas del otrora Bahoruco Beach Resort para hacer un proyecto de dimensiones, que generaría miles de empleos directos e indirectos.
Las presentes autoridades se empecinan en judicializarlo con absurdos expedientes.
Probablemente se paralice la obra y las intenciones se frustren, mientras ellos ponen miradas únicamente en Pedernales y Bahía de las Águilas.
Pena por Barahona. Solidaridad por un empresario que la política le frustra un sueño anhelado por los cuatriboliados y minosos…