POR DARIO POZO RUZ´
Desde España para Ecos del Sur.
“Cuando en 1973 aparece en Europa “Le jardin potager biologique” de Claude Aubert se produce una importante innovación en la vida urbana, con la aportación de una original idea que armonizaba la alienante vida en las ciudades con una conciencia “aletargada” de vida rural presente en los ancestros de mucha gente.
En dominicana existe una preocupación casi obsesiva por el mundo de los celulares, “lap-tops” y todo cuanto “nos ayude” a aparentar que vivimos en la modernidad, aunque haya capas importantes de la sociedad que prefieren no comer a renunciar a sus “tarjetitas”.
Si los síndicos descubrieran las excelencias que ya vienen experimentando los países industrializados con el movimiento de “conucos familiares urbanos” (adaptación del término: huertos …) podrían tratar de utilizar mejor sus propiedades rústicas, haciéndolas productivas no para mercadear sino para favorecer el auto-consumo para una mejor subsistencia, permitiendo, especialmente aquellas familias sin tierra, que pudieran dedicarse a esa agricultura biológica, en vez de malgastar el tiempo sin hacer nada.
Aunque esté lejos en la distancia física, comprendo los temores que allá existen “cuando se habla de tierras improductivas, solares, etc” por la “afición consentida” de apropiarse particulares de los terrenos que no son suyos.
Sin embargo estamos de tránsito hacia una sociedad que tendrá que aprovechar mejor su recursos naturales y los ancestrales conocimientos de nuestros agricultores no pueden desaparecer sino mas bien enriquecerlos con prácticas que la modernidad ha introducido para la mejor conservación de nuestro entorno y de sus producciones.
Al principio, eso de cultivar conucos en solares y parques urbanos parecerá cosa de locos y por lo tanto “algo alternativo” pero los tiempos cambian y cada vez mas hay presente una inquietud tanto en los hábitos de consumo alimentario de la población con tendencia creciente hacia los productos biológicos y la vuelta a una vida mas sana y rural, en la que ya se pone como atractivo todo cuando vuelve a relacionar al hombre con su entorno natural.
Consideramos, por un lado, que nuestros poblados tienen una connotación agrícola y la obsesión por trabajar en servicios no va a resolver el tremendo paro existente.
La mayor parte de las familias o han estado conectados con los trabajos del campo o conservan algún vínculo, que puede favorecer este tipo de iniciativas.
Resucitemos el conocimiento basado en la experiencia de los mayores, pero incorporando nuevas técnicas, tanto para conocer aspectos complementarios a las actividades regulares : composición del suelo, necesidades de las plantas, los “habitantes de la tierra”: plagas, insectos, enfermedades, etc donde los ayuntamientos debieran ocupar una asesoría – hasta ahora inexistente – tanto para las tareas en las explotaciones productivas existentes como para conseguir eficaces labores “ mas a la vista en los entornos urbanos”
Ayudemos a que nuestros campesinos saquen provecho de los aportes biológicos sin necesidad de usar insecticidas químicos, con abonos naturales y un trabajo en el conuco con rotaciones de cultivos, prácticas adecuadas y en definitiva con el desarrollo de criterios que permitan mejorar en una sociedad que es antesala de la supervivencia”.