POR DARIO POZO RUZ, desde España para Ecos del Sur
El discurso de Danilo Medina ante la XXII Cumbre Iberoamericana en Cádiz abre una oportunidad de análisis y reflexión significativa a la vista de la situación política de República Dominicana, tan cuestionada a un lado y otro del océano.
Centenares de dominicanos se han manifestado tanto en Andalucía como en otros puntos de la geografía española protestando por las recientes medidas del Presidente Danilo en su país de origen.
El acto de recordar el bicentenario de la Constitución de Cádiz, no solo reconoce su influencia en los procesos independentistas de la América Latina, pues es mas significativa la consagración del concepto de soberanía nacional y su cualidad que corresponde al pueblo.
El joven Juan Pablo Duarte, testigo de esa época en la tierra de sus antepasados españoles-catalanes es indudable que recibió una fuerte influencia del sentimiento antifrancés de una España ocupada por Napoleón, y su compromiso identificado durante toda su vida por un sentimiento liberal, enmarcado por los derechos fundamentales de las personas, la igualdad ante la ley, el derecho a la propiedad, el derecho a la educación y la división de los poderes públicos, andamiaje del espíritu independentista que le llevó a fundar la nueva República Dominicana desprovista del yugo franco-haitiano .
Que en este histórico momento vivido en Cádiz, el Presidente Danilo reitere su convicción que el desarrollo económico debe estar al servicio de las personas y no a la contra, compromete y mucho a nuestro gobernante en un país que da muestras de vivir en otra sintonía aquejado por un vergonzoso paro juvenil, en una pobreza que palpamos a diario, especialmente en zonas rurales y barrios de la metrópolis.
Ha reconocido la existencia de millones de ciudadanos a los que no se reconoce la propiedad de la tierra ni una educación digna, lo que debe moverle a políticas mas comprometidas que cohesionen socialmente a la sufrida nación y le muevan a tomarse mas en serio la protección del medio ambiente y políticas de bienestar.
Es una llamada a la creatividad que debe favorecer un mayor desarrollo de la capacidad productiva, reconociendo la importancia de apoyar a las pequeñas y medianas empresas.
No se puede mantener la continua frustración de miles de jóvenes dando vueltas por las calles, deambulando y buscando oportunidades que no encuentran, presas de la marginalidad en la droga y en una delincuencia galopante que asfixia nuestros deseos de desarrollo para todos.
Este pueblo precisa de mas coherencia en las políticas de sus Presidentes, durante años se ha desarrollado una peligroso ética basada en el clientelismo y la charlatanería demagógica que ha servido quizás para que algunas gentes iletradas se hayan visto favorecidas por una inmerecidas riquezas desde “sillones” del “no hacer nada”.
El discurso de Danilo reconoce que en solo dos años se ha elevado la pobreza en un millón y medio de personas, acorralándose una clase media convertida en “sufridor” de impuestos carentes de servicios públicos de calidad al borde de un fracaso del sistema que no quisiéramos ver.
Solo países que invierten en su capital humano y en su capital social, logran afrontar esta plaga de crisis y sus nefastas consecuencias, logrando mantener el crecimiento económico, en mejores condiciones.
Las palabras escuchadas al Presidente Danilo en Cádiz, sino se corresponden con hechos inmediatos en el día a día dominicano, se las llevará el viento del olvido mientras acuñamos de nuevo ese antiguo concepto de “estado fallido”.
El discurso de Danilo Medina ante la XXII Cumbre Iberoamericana en Cádiz abre una oportunidad de análisis y reflexión significativa a la vista de la situación política de República Dominicana, tan cuestionada a un lado y otro del océano.
Centenares de dominicanos se han manifestado tanto en Andalucía como en otros puntos de la geografía española protestando por las recientes medidas del Presidente Danilo en su país de origen.
El acto de recordar el bicentenario de la Constitución de Cádiz, no solo reconoce su influencia en los procesos independentistas de la América Latina, pues es mas significativa la consagración del concepto de soberanía nacional y su cualidad que corresponde al pueblo.
El joven Juan Pablo Duarte, testigo de esa época en la tierra de sus antepasados españoles-catalanes es indudable que recibió una fuerte influencia del sentimiento antifrancés de una España ocupada por Napoleón, y su compromiso identificado durante toda su vida por un sentimiento liberal, enmarcado por los derechos fundamentales de las personas, la igualdad ante la ley, el derecho a la propiedad, el derecho a la educación y la división de los poderes públicos, andamiaje del espíritu independentista que le llevó a fundar la nueva República Dominicana desprovista del yugo franco-haitiano .
Que en este histórico momento vivido en Cádiz, el Presidente Danilo reitere su convicción que el desarrollo económico debe estar al servicio de las personas y no a la contra, compromete y mucho a nuestro gobernante en un país que da muestras de vivir en otra sintonía aquejado por un vergonzoso paro juvenil, en una pobreza que palpamos a diario, especialmente en zonas rurales y barrios de la metrópolis.
Ha reconocido la existencia de millones de ciudadanos a los que no se reconoce la propiedad de la tierra ni una educación digna, lo que debe moverle a políticas mas comprometidas que cohesionen socialmente a la sufrida nación y le muevan a tomarse mas en serio la protección del medio ambiente y políticas de bienestar.
Es una llamada a la creatividad que debe favorecer un mayor desarrollo de la capacidad productiva, reconociendo la importancia de apoyar a las pequeñas y medianas empresas.
No se puede mantener la continua frustración de miles de jóvenes dando vueltas por las calles, deambulando y buscando oportunidades que no encuentran, presas de la marginalidad en la droga y en una delincuencia galopante que asfixia nuestros deseos de desarrollo para todos.
Este pueblo precisa de mas coherencia en las políticas de sus Presidentes, durante años se ha desarrollado una peligroso ética basada en el clientelismo y la charlatanería demagógica que ha servido quizás para que algunas gentes iletradas se hayan visto favorecidas por una inmerecidas riquezas desde “sillones” del “no hacer nada”.
El discurso de Danilo reconoce que en solo dos años se ha elevado la pobreza en un millón y medio de personas, acorralándose una clase media convertida en “sufridor” de impuestos carentes de servicios públicos de calidad al borde de un fracaso del sistema que no quisiéramos ver.
Solo países que invierten en su capital humano y en su capital social, logran afrontar esta plaga de crisis y sus nefastas consecuencias, logrando mantener el crecimiento económico, en mejores condiciones.
Las palabras escuchadas al Presidente Danilo en Cádiz, sino se corresponden con hechos inmediatos en el día a día dominicano, se las llevará el viento del olvido mientras acuñamos de nuevo ese antiguo concepto de “estado fallido”.