POR MANUEL VOLQUEZ
Para Ecos del Sur.
Asesinar por encargo se ha convertido en una peligrosa profesión y no podemos quedarnos con los brazos cruzados.
Tan culpable es aquel que mata por paga como el que contrata asesinos para esas acciones. La proliferación de armas de fuego en manos de delincuentes, y de ciudadanos decentes, ha creado una especie de terror en la población y han servido a muchas personas para cometer actos de venganza.
Lo peor es que muchos menores atracan para alimentar sus vicios de droga, beber alcohol, comprar ropa cara. E incluso despojan a los ciudadanos de sus armamentos. Se ha desatado una epidemia en ese segmento de la sociedad al extremo que cuando llegan a un lugar, en grupos y montados en motocicletas, la gente se pone en alerta.
A los menores que delinquen hay que juzgarlos como adultos. No se puede aplicar paños tibios con ellos porque son un peligro para la sociedad. ¿Cómo resolver esos casos? Es una tarea para las autoridades, que deben actuar de inmediato.
Se han visto casos de ciudadanos que han matado por un parqueo o durante una discusión por accidente de tránsito. Algunas de esas armas son portadas de manera ilegal. Otros exhiben las armas en la cintura sin percatarse que están seduciendo a los criminales a un desarme seguro. Las armas son para tenerlas, no portarlas, a menos que sean militares, policías o personas autorizadas para usarlas de manera visible. Aún así, es necesario tomar precauciones para salvar vidas.
Los crímenes se han expandido en el país en los últimos años, siendo los militares y policías el blanco principal. Pese a que la Policía Nacional señala que los crímenes se han reducido, los hechos dicen todo lo contrario. Los delincuentes matan sin piedad para robar las armas de fuego y eso es lo más preocupante.
Otra modalidad del crimen organizado es matar dentro de los vehículos y quemar los cuerpos. Los investigadores aseguran que esas acciones sangrientas constituyen mensajes claros de los actores del narcotráfico cuando se sienten burlados o engañados en esos negocios por los socios. Matar por no cumplir con el pago de una deuda, es una práctica que cada día toma terreno.
Hay otros criminales en potencia que no les estamos prestando atención. Son los conductores que manejan borrachos a velocidad altísima, haciendo rebases temerarios en los elevados y avenidas.
La ley prohíbe conducir con botellas de alcohol, pero esa regla no se cumple. Por ejemplo, he visto a choferes de las guaguas voladoras comprar ron y cerveza mientras realizan las rutas urbanas. Son tan descarados que lo hacen a la vista de los pasajeros y del público. Han causado muchos accidentes y salen libres con facilidad por gestiones de las compañías aseguradoras.
Otros conductores privados entran a los colmados, tiendas de licores, se abastecen de bebidas y continúan la ruta, a pesar de que andan con niños. Son asesinos en tránsito con posibilidades de causar tragedias.
Los psiquiatras, psicólogos y todos los trabajadores de la conducta que aman a este país deben auxiliar a las autoridades gubernamentales para buscar soluciones combinadas a esta barbaridad que a todos nos atormenta.
Se requiere de manos duras que enfrenten con firmeza a la delincuencia porque si no lo hacemos, nos tragarán a todos. Es duro decirlo, per estamos en presencia del triángulo de la muerte.