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viernes, 15 de febrero de 2013

Camino corto (Editorial del Nacional 15-2.2013)

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El Gobierno ha anunciado acuerdos transaccionales con poseedores de títulos registrados en terrenos de Bahía de las Águilas, a los que compensará con un 45 por ciento del valor de futuras ventas, lo que desbrozaría camino para impulsar un plan de desarrollo turístico en la región Suroeste.

La transacción sólo se realizaría con  quienes poseen  certificados de título de Tierras que estarían obligados a retirar demandas  en los tribunales, lo que permitiría que inversionistas adquieran  esos terrenos para construir  hoteles y otras infraestructuras turísticas que impactarían en la deprimida economía de Pedernales, Barahona, Baoruco e Independencia.

Esa fórmula transaccional se acerca más a lo posible que a lo ideal, más aun si se parte del hecho cierto de que  el  titular de un certificado de propiedad registrado en la jurisdicción inmobiliaria se reputa como posesión  pacífica y legítima, aun sea un resucitado Al Capone. Lo que no puede hacer  el Gobierno es negociar terrenos  que tengan restricciones legales.

Lo ideal sería que el Estado logre recuperar la totalidad de los terrenos de Bahía de las Águilas o cualquier otro predio ocupado ilegalmente o amparado en títulos falsos, pero esas diligencias procesales tardarían, según las autoridades, unos 40 o 50 años, lo que resulta mucho tiempo para una región dramáticamente empobrecida.

La preocupación mayor debería centrarse en las garantías que se ofrecen para proteger el Parque Jaragua y Bahía de las Águilas, pues no basta con la promesa invocada por el ministro de Medio Ambiente, sino que se requiere de legislación precisa y que se aplique al pie de la letra para evitar que  siquiera una pulgada de esas áreas protegidas sean objeto de  depredación.

A lo que se aspira es a que la inconmensurable riqueza que representa Bahía de las Águilas y su entorno natural sea explotada racionalmente, sin  vender  a particulares sus hermosas playas, ni cometer  graves  errores que convirtieron en feudos excluyentes enormes extensiones de litorales del Este.

El desarrollo turístico del Suroeste sería como maná del Cielo para  esa región, cuyo tesoro principal  lo constituye sin dudas  una cultura y tradición cinco veces centenaria y la extraordinaria belleza que  combinan sus paradisiacas playas, panorámicas montanas e históricos paradores.

La vía anunciada por el Gobierno para poner fin a una litis que data de 16 años y que podría extenderse por medio siglo, se presenta como el camino más corto  para  iniciar  el anhelado plan de desarrollo turístico del Suroeste,  aunque faltan seguridades jurídicas de que  esos recursos no serían  entregados a filibusteros.