El Suroeste, la región más deprimida del país, no puede seguir anclado en sus miserias, desperdiciando todas las enormes potencialidades que tiene para estimular el desarrollo del turismo y de otras áreas de la economía.
Algunas iniciativas que apuntaban en esa dirección fueron descontinuadas, desalentadas o torpedeadas, hasta hacerlas fracasar, porque inexplicablemente se movieron muchos intereses contrarios. El resultado es que el Suroeste, en materia de desarrollo integral, se ha quedado sin pito y sin flauta.
Por eso nos parece que es una solución pragmática, legal y oportuna la que ha sido pactada entre el Estado y los propietarios de terrenos adyacentes a Bahía de las Águilas para abrir el camino al desarrollo del turismo en Pedernales y el resto de las provincias suroestanas.
Ese Acuerdo Transaccional pone fin a una inacabable litis que tenía visos de prolongarse en el tiempo, aniquilando toda posibilidad de sacarle el mejor provecho a una región de alto potencial turístico, vale decir, a la mina de oro que representan las bellezas naturales de la zona.
Ni el Estado ni los que poseen esos derechos adquiridos ganaban nada con mantener congelada, en la justicia, una litis de esta naturaleza, mientras la zona se degradaba en la miseria y no encontraba la mano amiga para salir de ese marasmo.
Con ese acuerdo, tanto el Estado como los poseedores de títulos o derechos registrados sobre varias parcelas costeras renuncian a seguir la litis y constituyen un fideicomiso para que éste, a su vez, tase y administre esos inmuebles, que se convierten en patrimonio común, y facilite el desarrollo de infraestructuras turísticas, hoteleras o inmobiliarias, y los beneficios se repartan entre las partes, en 55 y 45 por ciento respectivamente.
De esta forma se elimina toda traba para que Pedernales pueda emerger como uno de los más importantes polos turísticos del país, siguiendo los ejemplos del Norte y del Este, con los innumerables recursos que posee, dormidos e inexplotados rentablemente hasta ahora.
La oportunidad parece que ha llegado, y el Suroeste, que no aguanta ya más esperas, no debe de vacilar en aprovecharla.
Algunas iniciativas que apuntaban en esa dirección fueron descontinuadas, desalentadas o torpedeadas, hasta hacerlas fracasar, porque inexplicablemente se movieron muchos intereses contrarios. El resultado es que el Suroeste, en materia de desarrollo integral, se ha quedado sin pito y sin flauta.
Por eso nos parece que es una solución pragmática, legal y oportuna la que ha sido pactada entre el Estado y los propietarios de terrenos adyacentes a Bahía de las Águilas para abrir el camino al desarrollo del turismo en Pedernales y el resto de las provincias suroestanas.
Ese Acuerdo Transaccional pone fin a una inacabable litis que tenía visos de prolongarse en el tiempo, aniquilando toda posibilidad de sacarle el mejor provecho a una región de alto potencial turístico, vale decir, a la mina de oro que representan las bellezas naturales de la zona.
Ni el Estado ni los que poseen esos derechos adquiridos ganaban nada con mantener congelada, en la justicia, una litis de esta naturaleza, mientras la zona se degradaba en la miseria y no encontraba la mano amiga para salir de ese marasmo.
Con ese acuerdo, tanto el Estado como los poseedores de títulos o derechos registrados sobre varias parcelas costeras renuncian a seguir la litis y constituyen un fideicomiso para que éste, a su vez, tase y administre esos inmuebles, que se convierten en patrimonio común, y facilite el desarrollo de infraestructuras turísticas, hoteleras o inmobiliarias, y los beneficios se repartan entre las partes, en 55 y 45 por ciento respectivamente.
De esta forma se elimina toda traba para que Pedernales pueda emerger como uno de los más importantes polos turísticos del país, siguiendo los ejemplos del Norte y del Este, con los innumerables recursos que posee, dormidos e inexplotados rentablemente hasta ahora.
La oportunidad parece que ha llegado, y el Suroeste, que no aguanta ya más esperas, no debe de vacilar en aprovecharla.