Dos iniciativas de alto impacto social y económico, tales como la construcción de una carretera moderna que una al Cibao y al Sur, así como el desarrollo del Polo Turístico IV, de Pedernales, se hacen ya impostergables.
Por muchos años estas iniciativas han estado congeladas, casi condenadas a no ejecutarse, porque el Suroeste es una zona que le importa muy poco a los políticos, salvo cuando se trata de buscar votos o de embaucar a sus moradores con hermosas utopías.
El rezago del Sur también tiene su explicación en las falacias y las manipulaciones que se manejan para descalificar, descartar o arrojar dudas sobre la viabilidad o las ventajas de proyectos de desarrollo como la indispensable vía Norte-Sur y la construcción de infraestructuras para el turismo en Pedernales, que no en Bahía de las Águilas exactamente.
Lamentablemente, los gobiernos han cedido en parte a estas manipulaciones y han parecido temerle al compromiso de impulsar obras que permitan al Suroeste salir de la miseria y del marasmo.
Alegatos sobre supuestas consecuencias dañinas para el medio ambiente han contribuido, en gran medida, a llenar a los gobiernos de esos miedos, pero pocos se quejan de que existiendo parques nacionales o zonas protegidas, estos sigan siendo sistemáticamente depredados por prácticas como la deforestación o el conuquismo o por otros factores lesivos al ecosistema, como los incendios espontáneos o intencionales y los castigos de la misma naturaleza.
Los sureños, por su parte, han sido timoratos y poco organizados para plantearle a los gobiernos la firme exigencia de que invierta o promueva las inversiones privadas en las grandes obras que necesita toda la región. Y es ahora el momento en que brilla una luz de esperanza porque está en la Presidencia de la República un nativo del Sur profundo, en cuyo programa de gobierno se consignan específicamente medidas que van en la dirección anhelada.
Ojalá que así sea. Y que este Gobierno, a diferencia de los demás, no separe jamás su vista del Sur y deje de hacerle caso a las voces interesadas que siempre torpedean, sin razón y sin fundamentos convincentes o sólidos, todos los pasos que se han intentado dar para cambiar de cuajo esta doliente realidad.