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lunes, 25 de febrero de 2013

SAN CRISTOBAL: Deprimente e inhumana asistencia hospital Juan Pablo Pina

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SAN CRISTOBAL.- La señora Francisca Reyes, de 69 años, y  Matilde Lorenzo, de 23, residen en comunidades distintas de San Cristóbal, la primera en Najayo y la segunda en Hatillo, pero sus condiciones sociales las obligaron a compartir el mismo espacio en un pasillo del hospital Juan Pablo Pina, de esta jurisdicción, donde asistieron en busca de atenciones médicas.

La emergencia de adultos está repleta, en las tres camillas que posee, los médicos asisten a los aquejados, rodeados de familiares que a duras penas les permiten hacer el trabajo. Al otro extremo, en medio del mismo escenario, dos o tres facultativos toman los datos de los que van llegando, al tiempo que revisan exámenes, estudios de rayos equis y formulan nuevas indicaciones.

El espacio es pequeño para la cantidad de personas que llega en busca de asistencia, haciéndose más precario por el flujo de gente que entra y sale, dando una similitud de mercado popular, condición que ocurre pese a que la entrada principal es controlada por una seguridad y dos policías.

Igual situación se observa en las emergencias de pediatría y ginecología, donde las mujeres se quejan de la suciedad de estos espacios, así como de los baños, los cuales, a su juicio no están aptos  para ser utilizados por una embarazada, porque estaría expuesta a adquirir algún microbio. Mujeres consultadas dijeron que los sanitarios están deteriorados y se mantienen con los pisos llenos de orina y en algunas ocasiones hasta de evacuaciones fecales.

Al cruzar la emergencia de adultos, están los pasillos que dan acceso a la parte interior del hospital, observándose a seguidas las repletas salas de internamientos. En ambos extremos hay colocados bancos de metal, utilizados como una extensión de las salas de emergencias. Aquí los enfermos, unos de pie y otros sentados, son asistidos por parientes y medicados hasta que sus dolencias mejoran.

Todos tienen un suero sostenido en alto por un familiar, otros caminan aguantándolos por sí mismos. Entre todos estos pacientes están la señora Francisca y la joven Matilde, ambas tratadas por espasmos estomacales. Estas dos damas contaron que pasaron toda la mañana en esas condiciones, primero permanecieron más de 30 minutos de pie, porque no había camillas, ni sillas, ni un banco donde pudieran acomodarse.

Criticaron que un hospital de esas características, donde a diario asisten cientos de personas, se mantenga en tan precarias condiciones. “Esto es deprimente”, abundaron.

“Aquí a la gente la tratan como animales, el servicio es un desastre, los baños  están muy sucios y si una no tiene seguro, o dinero no lo atienden”, relató una embarazada.

Las historias sobre las malas atenciones en el Juan Pablo Pina van y vienen, y son comentadas no solo por los afectados, sino por motoconchistas y vendedores de comidas, con quienes los enfermos encauzan la rabia contándoles sus dolencias.

Entre los relatos está el de un niño que fue llevado por sus padres con una herida que requería sutura, pero lo despacharon a la casa porque no podían pagar el trabajo.

Otra historia es la de una mujer, que luego de ser ingresada para operarla de una hinchazón en una pierna, la enviaron a su casa por no tener dinero.