POR DAVID VOLQUEZ ROMAN
Para Ecos del Sur.
Hoy 21/03/2013 a 14 años de su muerte, reproducimos su discurso: Aquí no hay hombre, como es que permiten que desmonten el Palmar de Duvergé. Ahí es que las brisas calientes que vienen de Neyba se emburujan con las plantas, se enfrían y refrescan a Duvergé (1998).
Entrevistada el 05/05/1996 vía satélite en el programa el Gordo de la Semana
Flor María nace un 23 de diciembre de 1908, día del niño, declarado año después; en la común de las Damas, luego Duvergé, del “otrora departamento”, de Azua de Compostela.
Flor María Román Tejada, hija de Doña Eneria Román Jiménez (Taine) y José Lucía Tejada (Cura); sus hermanos son Mecaela, Marina y José Lucía hijo.
Desde muy temprana edad manifiesta su vocación por el trabajo, a los 4 años, su madrina le daba dos motas y las transformaba en 5 mazorcas de maíz que compraba a su prima “Cayo” para que le moliera y le hiciera pan de maíz, multiplicando la donación. Vivió sus primeros años viajando en mulos hacia Haití, Misión, Gromua y Te Fuerte (Tierra Fría) y Matine, en la venta de raspadura (azúcar en pasta) y regresaba con mercerías y perfumes. Relatan que los hombres de la región iban al Este, a trabajar, en la industria azucarera. Las limitaciones económicas eran profundas, los hombres, iban a pies a San Pedro de Macorís, para bajarse el ruedo de los pantalones y hacerse “hombres”, en el Camino, duraban alrededor de un mes madurándose los plántanos que llevaban.
Solía hablar de la influencia de 1916, virus gripal; que según su relato; causaban muertes enormes, donde la “gente caía como puerco con cacedo”, no se saludaban por la gran capacidad de contagio, esta epidemia provocó la muerte a más de 14 millones de habitantes en el mundo, 82 años más tarde supo que la influencia fue causada por un virus aviar, que evolucionó en un ejemplar porcino, incrementando su virulencia y mortalidad en los humanos.
En 1916, a lomo de mulo conoce el poblado de Barahona y es espectadora del desembarco de las tropas de infantería “Americana” las que se instalan con sus casas de campaña en el cocal de Alberto Mota, localizado, donde hoy está el Hotel Guarocuya.
Memoraba Doña Flor María; antes de la llegada de los americanos, los métodos de enseñanza eran atrasados introduciendo éstos la cartilla mantilla, que permitía unificar las letras en palabras, facilitando la comprensión, aprendiendo a leer y a escribir.
Su cerebro archivó con nitidez impoluta, las transformaciones tecnológicas y económicas que introdujo la Barahona Company, según ella, primero sembró algodón y luego caña de azúcar. Decía que al término de la primera guerra mundial los soldados que regresaron vivos, le informaron que la casa signataria del vapor en Puerto Rico, la Barahonera Company, iba a instalar un central, los que desearon ir a trabajar; era una oportunidad y los puertorriqueños arribaron en los Vapores Arbonkis, Romanita y el Hurón, siendo espectadora del primer ladrillo que se puso en el ingenio en 1918.
La llegada a la Sub Región Enriquillo de la maquina de vapor (locomotora) alimentada por leña, en su nota de transporte, difundía cada día lo que sucedía en la factoría, donde el calor generado por las calderas se transformaba en vapor y con presión ejercida se ponían en movimiento los molinos y generadores eléctricos, centrifugas, tachos y para procesar los jugos extraídos a la caña de azúcar, así se integraba Doña Flor María a las nuevas corrientes económicas del mercado y a la tecnología manifiesta en comercio de animales, es así como en 1930 transportaba cerdos por un camino de piedras; y a las 12 de la noche, se le tiró un “puerco” del camión y mientras el ayudante le dijo se tiró un puerco y se fue, ella procedió a buscarlo, lo encontró, le mordió el rabo y llamó al ayudante, aquí lo tengo y así, lleno de guazábaras espinosas, logró recuperarlo.
Palpó militantemente los procesos de crecimiento económico de Barahona. Recordaba cuando los americanos hacían transportar a los presos, los excrementos hacia el mar desde la cárcel que estaba donde está hoy la discoteca “Lotus”.
La electricidad era vendida por la Barahona Company a los pobladores de la ciudad, que la contrataban y pagaban.
Entrevistada el 05/05/1996 vía satélite en el programa el Gordo de la Semana
Flor María nace un 23 de diciembre de 1908, día del niño, declarado año después; en la común de las Damas, luego Duvergé, del “otrora departamento”, de Azua de Compostela.
Flor María Román Tejada, hija de Doña Eneria Román Jiménez (Taine) y José Lucía Tejada (Cura); sus hermanos son Mecaela, Marina y José Lucía hijo.
Desde muy temprana edad manifiesta su vocación por el trabajo, a los 4 años, su madrina le daba dos motas y las transformaba en 5 mazorcas de maíz que compraba a su prima “Cayo” para que le moliera y le hiciera pan de maíz, multiplicando la donación. Vivió sus primeros años viajando en mulos hacia Haití, Misión, Gromua y Te Fuerte (Tierra Fría) y Matine, en la venta de raspadura (azúcar en pasta) y regresaba con mercerías y perfumes. Relatan que los hombres de la región iban al Este, a trabajar, en la industria azucarera. Las limitaciones económicas eran profundas, los hombres, iban a pies a San Pedro de Macorís, para bajarse el ruedo de los pantalones y hacerse “hombres”, en el Camino, duraban alrededor de un mes madurándose los plántanos que llevaban.
Solía hablar de la influencia de 1916, virus gripal; que según su relato; causaban muertes enormes, donde la “gente caía como puerco con cacedo”, no se saludaban por la gran capacidad de contagio, esta epidemia provocó la muerte a más de 14 millones de habitantes en el mundo, 82 años más tarde supo que la influencia fue causada por un virus aviar, que evolucionó en un ejemplar porcino, incrementando su virulencia y mortalidad en los humanos.
En 1916, a lomo de mulo conoce el poblado de Barahona y es espectadora del desembarco de las tropas de infantería “Americana” las que se instalan con sus casas de campaña en el cocal de Alberto Mota, localizado, donde hoy está el Hotel Guarocuya.
Memoraba Doña Flor María; antes de la llegada de los americanos, los métodos de enseñanza eran atrasados introduciendo éstos la cartilla mantilla, que permitía unificar las letras en palabras, facilitando la comprensión, aprendiendo a leer y a escribir.
Su cerebro archivó con nitidez impoluta, las transformaciones tecnológicas y económicas que introdujo la Barahona Company, según ella, primero sembró algodón y luego caña de azúcar. Decía que al término de la primera guerra mundial los soldados que regresaron vivos, le informaron que la casa signataria del vapor en Puerto Rico, la Barahonera Company, iba a instalar un central, los que desearon ir a trabajar; era una oportunidad y los puertorriqueños arribaron en los Vapores Arbonkis, Romanita y el Hurón, siendo espectadora del primer ladrillo que se puso en el ingenio en 1918.
La llegada a la Sub Región Enriquillo de la maquina de vapor (locomotora) alimentada por leña, en su nota de transporte, difundía cada día lo que sucedía en la factoría, donde el calor generado por las calderas se transformaba en vapor y con presión ejercida se ponían en movimiento los molinos y generadores eléctricos, centrifugas, tachos y para procesar los jugos extraídos a la caña de azúcar, así se integraba Doña Flor María a las nuevas corrientes económicas del mercado y a la tecnología manifiesta en comercio de animales, es así como en 1930 transportaba cerdos por un camino de piedras; y a las 12 de la noche, se le tiró un “puerco” del camión y mientras el ayudante le dijo se tiró un puerco y se fue, ella procedió a buscarlo, lo encontró, le mordió el rabo y llamó al ayudante, aquí lo tengo y así, lleno de guazábaras espinosas, logró recuperarlo.
Palpó militantemente los procesos de crecimiento económico de Barahona. Recordaba cuando los americanos hacían transportar a los presos, los excrementos hacia el mar desde la cárcel que estaba donde está hoy la discoteca “Lotus”.
La electricidad era vendida por la Barahona Company a los pobladores de la ciudad, que la contrataban y pagaban.