POR DAVID VOLQUEZ
Para Ecos del Sur.
Flor María, quién solía bañarse en el río las Damas de Duvergé y cuando pasaba por el arco de Barahona, en la oscuridad, decía ahí va Flor, por el olor del jabón de pino silvestre y el perfume de sándalo, que usaba.
Comentaba, que antes de formarse, vio en el teatro Unión la película de cine mudo: “El Sello Gris”, conocida hoy como Titanic.
Flor María, con una decisión y memoria clara, fue un exponente de la mujer soltera, emprendedora, triunfadora. Se casa a los 28 años de edad con el Sr. Elías Vólquez, se va a residir a Duvergé, procreando 10 hijos, 9 varones y una hembra; son ellos Mimio, Yolle, Toño, Raulín, Amílcar, Alejandro, David, Dollys, Bienvenido y Jota; criado con todo el cariño de madre a Estela, Beba, Pai, Bidito y Gaspar.
Incursionó en el área de servicio: Hoteles y Fondas, actividad con la cual enriqueció sus conocimientos y principios humanos. Los que le conocieron: haitianos, cubanos, colombianos, jamaiquinos, puertorriqueños, canadienses, españoles, norteamericanos, alemanes, franceses, ingleses, árabes, turcos, belgas y el pueblo llano, reciben la cortesía, el trato afable y lo que tenia a mano, llegando a sus 90 años a brindar la silla a los visitantes.
Dola Flor María estaba levantada trabajando desde las 4 de la madrugada hasta las 10 y 12 de la noche; dicen los pobladores de Duvergé que siempre estaba sonreída, nunca le vieron la cara brava.
Su casa fue el hogar abundante para los que tenían limitaciones de disfrutar de un periódico, un manjar y agua fría.
A finales de la década del 70 se le ordenó amputársele una pierna; se le consulta al Dr. José Alfredo Español Yapour con la asistencia del Dr. Wenceslao Ramírez Ferreira, haciendo posible prolongar la vida de Flor María en 20 años, agregando que cada vez que consultaban a Flor María vibraba la felicidad en ellos.
El párroco de Ponce la visitó unos días antes de enfermarse; la encontró activa y contenta desgranando guandules; cuestionándole sobre las tareas que ejecutará le respondió con energía: PARA VIVIR HAY QUE PRODUCIR.
Entrevistada el 05/05/1996 vía satélite en el programa el Gordo de la Semana, a la pregunta de las bondades de los tiempos idos; cuando los perros se amarraban con longanizas; respondió claro y preciso: Estos son los mejores que se han conocido, por el desarrollo de la ciencia y de los pueblos, los demás fueron sueños.
Afectada por una IZQUEMIA celebral, Doña Flor es ingresada al hospital Ramón Lara, donde recibió las cortesías y bondades posibles acorde con su bondadosa vida: asimilados, enfermeras, laboratoristas, médicos, sub-directores y director, compensan su vida.
Doña Flor María murió suspirando el sándalo perfumado que baño su cuerpo en su juventud, manifestaba su satisfacción y complacencia. La muerte de Doña Flor María conmocionó las comunidades nuestras; cabe mencionar las palabras del párroco sacerdote Ponce: En las últimas palabras ante el féretro dijo: Mujer ejemplar, trabajadora, honesta, desinteresada, mal negociante y buena madre, la cual se llama madre globalizada antes de que la globalización se pusiera de moda. Por su parte, el Ing. José Bello alabó la capacidad de trabajo, honestidad, desinterés, intelectualidad y CARACTERISTICAS anti-corrupción y democrática manifiesta en las cualidades de honestidad mostrada por sus hijos en posiciones de manejos de grandes recursos económicos con partidos y gobiernos adversos, sin encontrar la más mínima mancha de corrupción, tal y como lo manifestaron el padre Castillo y el padre Ponce. El médico local Ramón Herrera alaba la santidad de Flor María, la alegría que caracterizó su vida e inmediatamente las estrofas del poeta cantautor Indio Duarte interpretando el poema “Esa si que era una guapa” desbordando escalofríos y lágrimas en los presentes, su hijo David Vólquez dijo que Doña Flor nació con el siglo, creció, se desarrolló, maduró y recogió sus frutos. Dijo al igual que el padre Ponce, que la sociedad debe asimilar los principios y capacidad de servicios de doña Flor.
Replicamos esta historia de Flor María, en la misa celebrada el 23 de marzo de 2013, en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, Duvergé…
Comentaba, que antes de formarse, vio en el teatro Unión la película de cine mudo: “El Sello Gris”, conocida hoy como Titanic.
Flor María, con una decisión y memoria clara, fue un exponente de la mujer soltera, emprendedora, triunfadora. Se casa a los 28 años de edad con el Sr. Elías Vólquez, se va a residir a Duvergé, procreando 10 hijos, 9 varones y una hembra; son ellos Mimio, Yolle, Toño, Raulín, Amílcar, Alejandro, David, Dollys, Bienvenido y Jota; criado con todo el cariño de madre a Estela, Beba, Pai, Bidito y Gaspar.
Incursionó en el área de servicio: Hoteles y Fondas, actividad con la cual enriqueció sus conocimientos y principios humanos. Los que le conocieron: haitianos, cubanos, colombianos, jamaiquinos, puertorriqueños, canadienses, españoles, norteamericanos, alemanes, franceses, ingleses, árabes, turcos, belgas y el pueblo llano, reciben la cortesía, el trato afable y lo que tenia a mano, llegando a sus 90 años a brindar la silla a los visitantes.
Dola Flor María estaba levantada trabajando desde las 4 de la madrugada hasta las 10 y 12 de la noche; dicen los pobladores de Duvergé que siempre estaba sonreída, nunca le vieron la cara brava.
Su casa fue el hogar abundante para los que tenían limitaciones de disfrutar de un periódico, un manjar y agua fría.
A finales de la década del 70 se le ordenó amputársele una pierna; se le consulta al Dr. José Alfredo Español Yapour con la asistencia del Dr. Wenceslao Ramírez Ferreira, haciendo posible prolongar la vida de Flor María en 20 años, agregando que cada vez que consultaban a Flor María vibraba la felicidad en ellos.
El párroco de Ponce la visitó unos días antes de enfermarse; la encontró activa y contenta desgranando guandules; cuestionándole sobre las tareas que ejecutará le respondió con energía: PARA VIVIR HAY QUE PRODUCIR.
Entrevistada el 05/05/1996 vía satélite en el programa el Gordo de la Semana, a la pregunta de las bondades de los tiempos idos; cuando los perros se amarraban con longanizas; respondió claro y preciso: Estos son los mejores que se han conocido, por el desarrollo de la ciencia y de los pueblos, los demás fueron sueños.
Afectada por una IZQUEMIA celebral, Doña Flor es ingresada al hospital Ramón Lara, donde recibió las cortesías y bondades posibles acorde con su bondadosa vida: asimilados, enfermeras, laboratoristas, médicos, sub-directores y director, compensan su vida.
Doña Flor María murió suspirando el sándalo perfumado que baño su cuerpo en su juventud, manifestaba su satisfacción y complacencia. La muerte de Doña Flor María conmocionó las comunidades nuestras; cabe mencionar las palabras del párroco sacerdote Ponce: En las últimas palabras ante el féretro dijo: Mujer ejemplar, trabajadora, honesta, desinteresada, mal negociante y buena madre, la cual se llama madre globalizada antes de que la globalización se pusiera de moda. Por su parte, el Ing. José Bello alabó la capacidad de trabajo, honestidad, desinterés, intelectualidad y CARACTERISTICAS anti-corrupción y democrática manifiesta en las cualidades de honestidad mostrada por sus hijos en posiciones de manejos de grandes recursos económicos con partidos y gobiernos adversos, sin encontrar la más mínima mancha de corrupción, tal y como lo manifestaron el padre Castillo y el padre Ponce. El médico local Ramón Herrera alaba la santidad de Flor María, la alegría que caracterizó su vida e inmediatamente las estrofas del poeta cantautor Indio Duarte interpretando el poema “Esa si que era una guapa” desbordando escalofríos y lágrimas en los presentes, su hijo David Vólquez dijo que Doña Flor nació con el siglo, creció, se desarrolló, maduró y recogió sus frutos. Dijo al igual que el padre Ponce, que la sociedad debe asimilar los principios y capacidad de servicios de doña Flor.
Replicamos esta historia de Flor María, en la misa celebrada el 23 de marzo de 2013, en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, Duvergé…