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martes, 30 de abril de 2013

OPINION: Frustración

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POR BIENVENIDO MATOS PEREZ
Artículo enviado a Ecos del Sur

Es cierto, fue un día domingo alrededor de las 10.00 A.M aunque la fecha exacta no la recuerdo, Aleximandro estaba sentado a una distancia aproximada de 100 metros del banco en que esa mañana yo me había acomodado, a él le era difícil verme porque las ramas de una mata de palma se lo impedían, pero yo lo divisaba a lo lejos y podía observar todos sus movimientos, su cabeza no paraba de girar, miraba para todos los lados, no había duda de que trataba de ubicar a alguien, yo podía leer en la comisura de sus labios la satisfacción de una empresa que él no había iniciado, hombre útil para estas cosas, sin que pudiera darme cuenta parece que me olfateo porque confieso que desde el banco donde el acostumbraba a sentarse junto con los despreciados que era para quienes el trabajaba en el momento no tenía posibilidades de verme y yo no bien había llegado al parque cuando Aleximandro se abalanzo sobre mí, lo vi con el rabito de  ojo desde donde uno mira la gente con desconfianza, con malicias, como queriendo adivinar ¿a qué vendrá este hacia mí?.

Una sonrisa picaresca,  maliciosa lo delato, ni siquiera saludo – te invitamos a la fiesta y no fuiste, y como quien dispara con un arma de repetición sin pausas, a seguidas agrego – no hiciste falta, la gente sobro todo fue un ¡éxito!

Fue la forma inusual, pero perversa, no guardo las formas, yo entendí a seguidas que venía a provocarme y me deje provocar.
 
-Tú sabes Aleximandro que yo no podía ni debía ir a esa fiesta, cuando a uno le roban su idea, le arrebatan su creación, lo que tú has inventado para motivar a tu gente y lo convierten en una garata con puño, en un despilfarro, en una cosa mediática, sin contenido, no es serio ni es honrado que uno participe aunque le hayan formulado cien invitaciones, mil invitaciones, es mas es deshonesto asistir a esa invitación, aunque uno esté convencido que sin su presencia la fiesta no se puede celebrar.

Aleximandro me miro a los ojos, yo note que lo había neutralizado pero este como gallo de peleas, preparado en trabas para los pleitos y pese a que tenía un bolsón en el estomago se zapateo y riposto con fuerza – Todos saben que la fiesta no era de él, pero fue champolion el más hábil, el que tuvo más astucias, fue él quien la patentizo como su propiedad, lo que cuenta es eso, en esta vida lo que vale es que se tengan las cosas, el precio ni las formas poco importan.

Entonces fui yo quien le miro a los ojos y el esquivo mi mirada con cierto aire de perplejidad, ahora la moral es asunto del pasado, la lealtad, los principios, la seriedad ya no cuentan ¿y tus predicas, las miles de palabras pronunciadas para honrar la solidaridad, para exaltar los más altos valores humanos, para colocar a la altura de la cima la moralidad acaso son simples lagrimas las cuales arrastro el rio?

Y Aleximandro todavía más perplejo, frente a mi insistencia hizo intento por retirarse del lugar porque había descubierto en el instante que rodaban por el suelo sus vivencias, su aura de hombre honrado se vio echada sobre la cuneta como palabras huecas y sin sentido y yo me fui gritando sin todavía saber porque ¡Los traidores deben morir cuantas veces produzcan sus traiciones! ¡Los traidores deben morir cuantas veces produzcan sus traiciones! ¡Los traidores deben morir cuantas veces produzcan sus traiciones! Y sobre la mañana espesa de ese tierno domingo mi voz se fue corriendo como queriendo asirse de los brazos del tiempo…