POR ALEJANDRO SANTANA
Artículo enviado a Ecos del Sur.
Desde que tengo uso de razón, veo con preocupación el desenlace de las protestas, ya sean barriales, nacionales o en la Universidad del Estado, siempre el mismo balance, muertos heridos y apresados.
Parece que a lo largo de los años, no hemos madurado como sociedad, desde hace cincuenta años, en las protestas, se queman gomas, se lanzan piedras, se interrumpe el transito, y se hacen disparos.
Supuestamente el país ha avanzado, pero los grupos populares, los partidos, la Sociedad Civil, la policía, siguen usando los mismos métodos.
Desde ahí, parece que nuestro entendimiento se ha nublado de mala manera, que no hay protestas que no causen mayores problemas por el que protestamos.
Salimos a las calles a protestar por algún mal que nos aqueja y creamos problemas más grave a la población, parece que no somos capaces de respetar el derecho de los demás.
Hoy como ayer, en las protestas de San Francisco de Macorís, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, tenemos que lamentar las muertes de hijos de este pueblo, de militares, policías y civiles, como si a los ojos de uno los demás fueran personas de otro mundo.
En nuestro afán de protestar por cualquier situación causamos dolor y luto a la población, matamos a nuestros hermanos, herimos igual a otros seres humanos.
Parece como si el matar, herir, causar desasosiego nos causara placer y salimos a buscar culpables, a acusar a otros de nuestra falta de civilidad.
Cada muerte de un hijo de este pueblo que cae abatido en las protestas, es un hogar que se enlútese, es una familia que resulta afligida por el dolor de perder a un familiar, pero a los que protestamos eso no nos aflige.
Pero lo que más causa preocupación es la cantidad de comentarios inconscientes que entran a los medios que dan esa oportunidad a sus lectores, hay manifestaciones de insensibilidad, se acusa a personas que nada tienen que ver con los hechos.
Parece que nuestra incapacidad, para resolver nuestros problemas de forma civilizada, nos lanza a ofender a otros con nuestros comentarios irresponsables, porque siempre lo hacemos usando un pseudónimo, nunca de forma responsable como pudiera ser.
Y hasta hacemos comparaciones de hechos de violencia de un gobierno a otro, en vez de darnos vergüenza que en pleno siglo de la modernidad, sigamos matando a nuestros hermanos con las mismas acciones de hace 50 años.
Los grupos, o profesionales de las protestas, pudieran hacer una reingeniería en las maneras de protestar para no seguir causando dolor y luto a la familia dominicana, está bueno ya de tantas muertes, de policías y civiles, seamos racionales por Dios.
Artículo enviado a Ecos del Sur.
Desde que tengo uso de razón, veo con preocupación el desenlace de las protestas, ya sean barriales, nacionales o en la Universidad del Estado, siempre el mismo balance, muertos heridos y apresados.
Parece que a lo largo de los años, no hemos madurado como sociedad, desde hace cincuenta años, en las protestas, se queman gomas, se lanzan piedras, se interrumpe el transito, y se hacen disparos.
Supuestamente el país ha avanzado, pero los grupos populares, los partidos, la Sociedad Civil, la policía, siguen usando los mismos métodos.
Desde ahí, parece que nuestro entendimiento se ha nublado de mala manera, que no hay protestas que no causen mayores problemas por el que protestamos.
Salimos a las calles a protestar por algún mal que nos aqueja y creamos problemas más grave a la población, parece que no somos capaces de respetar el derecho de los demás.
Hoy como ayer, en las protestas de San Francisco de Macorís, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, tenemos que lamentar las muertes de hijos de este pueblo, de militares, policías y civiles, como si a los ojos de uno los demás fueran personas de otro mundo.
En nuestro afán de protestar por cualquier situación causamos dolor y luto a la población, matamos a nuestros hermanos, herimos igual a otros seres humanos.
Parece como si el matar, herir, causar desasosiego nos causara placer y salimos a buscar culpables, a acusar a otros de nuestra falta de civilidad.
Cada muerte de un hijo de este pueblo que cae abatido en las protestas, es un hogar que se enlútese, es una familia que resulta afligida por el dolor de perder a un familiar, pero a los que protestamos eso no nos aflige.
Pero lo que más causa preocupación es la cantidad de comentarios inconscientes que entran a los medios que dan esa oportunidad a sus lectores, hay manifestaciones de insensibilidad, se acusa a personas que nada tienen que ver con los hechos.
Parece que nuestra incapacidad, para resolver nuestros problemas de forma civilizada, nos lanza a ofender a otros con nuestros comentarios irresponsables, porque siempre lo hacemos usando un pseudónimo, nunca de forma responsable como pudiera ser.
Y hasta hacemos comparaciones de hechos de violencia de un gobierno a otro, en vez de darnos vergüenza que en pleno siglo de la modernidad, sigamos matando a nuestros hermanos con las mismas acciones de hace 50 años.
Los grupos, o profesionales de las protestas, pudieran hacer una reingeniería en las maneras de protestar para no seguir causando dolor y luto a la familia dominicana, está bueno ya de tantas muertes, de policías y civiles, seamos racionales por Dios.
