POR DARIO POZO
Desde España para Ecos del Sur.
El otro día circulaba con mi carro, por una calle de un solo sentido y compruebo horrorizado, que en sentido contrario circulaba un muchacho en bicicleta hacia mí completamente enfrascado en animada conversación con su móvil.
¿Cuantas veces hemos visto conductores que simultanean el manejo con las conversaciones a pesar de la prohibición?
Cuando trabajaba como Profesor en Santiago antes de la época de los iPhone ¡ era el inicio de la fiebre de los móviles allá en 2005 ! con frecuentes interrupciones durante clases y ¡ hasta en conciertos, obras de teatro y asistencia en actos religiosos se repetía la misma desagradable experiencia escuchando horribles “timbrazos”...
¿ Será una nueva “droga” que nos hace adictos a estos aparatos que están empezando a convertir especialmente a los jóvenes en “zombies” de una torcida modernidad ?
¿ Quien no ha vivido la tragedia de una chica o de un adolescente que ha perdido su móvil?.
Todavía se recuerdan hasta homicidios para robar uno de estos “imprescindibles” aparatos de – oreja -, que se convierten en obsesiva atracción para no sentirme “por debajo de los demás”.
Una encuesta de la Universidad de Stanford, en USA determinó que el 85% usa el iPhone como reloj, mientras que el 89%, como despertador y el 75% se mete en la cama con el aparato antes de dormirse. Es más: el 69% de los entrevistados contó que era más fácil olvidarse la cartera, la billetera o las llaves, antes que el iPhone. Incluso, uno de cada diez reconoció sin problema ser adicto al aparato.
Esta costumbre está poniendo en peligro a muchos emigrantes que en lugar de adaptarse en su nuevo destino, aprender idioma y ampliar sus círculos de convivencia “convierten el iPhone en guetto” que les hace imaginar que siguen viviendo en su pueblo con su gente... y no digamos lo que pasa cuando se vive en países con mas de 6 o 7 horas de diferencia, lo que lleva a muchos a quitarse horas de sueño para satisfacer ansias de seguir “on line” .
Son tiempos difíciles para los jóvenes.
Una tasa muy alta de paro en Europa reduce a la mitad de la población en edad laboral, las posibilidades de labrar su porvenir con puestos de trabajo estables. El iPhone se convierte para ellos en un desahogo preocupante para hacer planes, despertar expectativas en la patria de origen y engañar sus verdaderas posibilidades de conseguir recursos para “saltar el charco” al menos una vez cada dos años...
El hijo de una amiga que emigró a Italia, se pasaba todas las tardes y parte de las noches “colgado” para mantener una imposible relación amorosa que estaba produciendo una inadaptación constante y merma en su estado de salud... ¡ Siempre me decía que nada como Santo Domingo y en cuanto su familia le pagaba un pasaje y les visitaba, deseaba retornar cuanto antes agobiado por toda clase de inseguridades que vivimos en Dominicana...
Conclusión: el iPhone debiera servir para comunicarnos e informarnos, pero sin convertirnos en vida en “clones” incapaces de hacer frente a los retos del buen gobierno de nuestras vidas sin dependencias. Lo contrario es inventar “una nueva droga”, que ayudará a leer menos, estropear un lenguaje convertido en atropellada carrera táctil y una vida al servicio del consumismo en definitiva.
Desde España para Ecos del Sur.
El otro día circulaba con mi carro, por una calle de un solo sentido y compruebo horrorizado, que en sentido contrario circulaba un muchacho en bicicleta hacia mí completamente enfrascado en animada conversación con su móvil.
¿Cuantas veces hemos visto conductores que simultanean el manejo con las conversaciones a pesar de la prohibición?
Cuando trabajaba como Profesor en Santiago antes de la época de los iPhone ¡ era el inicio de la fiebre de los móviles allá en 2005 ! con frecuentes interrupciones durante clases y ¡ hasta en conciertos, obras de teatro y asistencia en actos religiosos se repetía la misma desagradable experiencia escuchando horribles “timbrazos”...
¿ Será una nueva “droga” que nos hace adictos a estos aparatos que están empezando a convertir especialmente a los jóvenes en “zombies” de una torcida modernidad ?
¿ Quien no ha vivido la tragedia de una chica o de un adolescente que ha perdido su móvil?.
Todavía se recuerdan hasta homicidios para robar uno de estos “imprescindibles” aparatos de – oreja -, que se convierten en obsesiva atracción para no sentirme “por debajo de los demás”.
Una encuesta de la Universidad de Stanford, en USA determinó que el 85% usa el iPhone como reloj, mientras que el 89%, como despertador y el 75% se mete en la cama con el aparato antes de dormirse. Es más: el 69% de los entrevistados contó que era más fácil olvidarse la cartera, la billetera o las llaves, antes que el iPhone. Incluso, uno de cada diez reconoció sin problema ser adicto al aparato.
Esta costumbre está poniendo en peligro a muchos emigrantes que en lugar de adaptarse en su nuevo destino, aprender idioma y ampliar sus círculos de convivencia “convierten el iPhone en guetto” que les hace imaginar que siguen viviendo en su pueblo con su gente... y no digamos lo que pasa cuando se vive en países con mas de 6 o 7 horas de diferencia, lo que lleva a muchos a quitarse horas de sueño para satisfacer ansias de seguir “on line” .
Son tiempos difíciles para los jóvenes.
Una tasa muy alta de paro en Europa reduce a la mitad de la población en edad laboral, las posibilidades de labrar su porvenir con puestos de trabajo estables. El iPhone se convierte para ellos en un desahogo preocupante para hacer planes, despertar expectativas en la patria de origen y engañar sus verdaderas posibilidades de conseguir recursos para “saltar el charco” al menos una vez cada dos años...
El hijo de una amiga que emigró a Italia, se pasaba todas las tardes y parte de las noches “colgado” para mantener una imposible relación amorosa que estaba produciendo una inadaptación constante y merma en su estado de salud... ¡ Siempre me decía que nada como Santo Domingo y en cuanto su familia le pagaba un pasaje y les visitaba, deseaba retornar cuanto antes agobiado por toda clase de inseguridades que vivimos en Dominicana...
Conclusión: el iPhone debiera servir para comunicarnos e informarnos, pero sin convertirnos en vida en “clones” incapaces de hacer frente a los retos del buen gobierno de nuestras vidas sin dependencias. Lo contrario es inventar “una nueva droga”, que ayudará a leer menos, estropear un lenguaje convertido en atropellada carrera táctil y una vida al servicio del consumismo en definitiva.