POR VINICIO LOPEZ
Artículo enviado a Ecos del Sur
Uno de los espectáculos más deprimentes, despiadados y lacerantes a los que puede asistir cualquier ser humano es presenciar lo que antes era una cristiana sepultura de un ser querido en cualquiera de nuestros cementerios. Presenciar a uno de los hijos, en medio de sus otros hermanos, parientes, amigos, vecinos y compañeros de trabajo martillar violentamente la caja en que yacen los restos de su padre o de su madre es un macabro acto de salvajismo impuesto a nuestra sociedad ante la indiferencia y culpabilidad de todos, autoridades, organizaciones sociales y ciudadanos.
Todos, sin excepción, somos cómplices de que los ladrones operen con límites tan amplios que ni siquiera después de muerto un ciudadano pueda descansar en lo que se designa como su última morada. Nos hemos acostumbrado con relativa normalidad a una aberración tan denigrante que debiera sacudirnos y llevarnos a reflexionar sobre alternativas viables, posibles y contundentes que pongan fin a tan repudiables hechos de vandalismo.
Dado que la operación de los que antes eran campos santos es responsabilidad directa de los ayuntamientos, nos permitimos solicitar el inicio de un plan piloto de vigilancia que pare en seco la profanación de los cadáveres. Para ello sugerimos que en el nivel local la Asociación de Municipios del Suroeste (ASOMURE) coloque en agenda este tema, lo traten y lleguen a conclusiones positivas que seguramente lograrán el apoyo unánime de todos los que compartimos esta bella tierra de tan promisorias esperanzas.
Bajo el liderazgo de ASOMURE todas las organizaciones sociales, iglesias, autoridades civiles y militares, ciudadanos, comunicadores sociales y medios de comunicación debemos aportar la cuota de responsabilidad que nos toca, y dar un ejemplo al país y al mundo de que sí se puede erradicar de raíz este bochornoso y asqueante ejemplo de deshumanización que con aparente resignación aceptamos como normal. Después de recibir los oficios religiosos es desgarrante despedir a martillazo a un ser querido.
Todos, sin excepción, somos cómplices de que los ladrones operen con límites tan amplios que ni siquiera después de muerto un ciudadano pueda descansar en lo que se designa como su última morada. Nos hemos acostumbrado con relativa normalidad a una aberración tan denigrante que debiera sacudirnos y llevarnos a reflexionar sobre alternativas viables, posibles y contundentes que pongan fin a tan repudiables hechos de vandalismo.
Dado que la operación de los que antes eran campos santos es responsabilidad directa de los ayuntamientos, nos permitimos solicitar el inicio de un plan piloto de vigilancia que pare en seco la profanación de los cadáveres. Para ello sugerimos que en el nivel local la Asociación de Municipios del Suroeste (ASOMURE) coloque en agenda este tema, lo traten y lleguen a conclusiones positivas que seguramente lograrán el apoyo unánime de todos los que compartimos esta bella tierra de tan promisorias esperanzas.
Bajo el liderazgo de ASOMURE todas las organizaciones sociales, iglesias, autoridades civiles y militares, ciudadanos, comunicadores sociales y medios de comunicación debemos aportar la cuota de responsabilidad que nos toca, y dar un ejemplo al país y al mundo de que sí se puede erradicar de raíz este bochornoso y asqueante ejemplo de deshumanización que con aparente resignación aceptamos como normal. Después de recibir los oficios religiosos es desgarrante despedir a martillazo a un ser querido.