POR JOSÉ DOLORES MATEO
Para Ecos del Sur
Para Ecos del Sur
Aunque su primera aparición en el país data desde en el año de 1988, en una finca de la comunidad de Mariano Cestero, provincia de Dajabón, la Roya del Café, enfermedad causada por el hongo Hemileia vastratix, se ha constituido en una de las principales problemáticas que han tenido que afrontar, en los últimos dos años, los productores del aromático grano en la República Dominicana, luego de la detección de los focos que rebrotaron con mayor agresividad, en el 2011, en los parajes de las zonas cafetaleras de Barahona como Chene y María Teresa.
Conforme a las últimas estadísticas del Consejo Dominicano del Café (CODOFÉ), de las 300 mil tareas afectadas a nivel nacional, la región sur es la que registra el mayor porcentaje de áreas afectadas por este mal fitosanitario, cuyo nivel de infección lo sitúa la referida institución, entre 17.8 y 42.0 porciento.
Las zonas cafetaleras de la región Enriquillo, se localizan en las estribaciones de las Sierras de Neyba y Bahoruco, cuyas superficies bajo cultivo sobre pasaban, al menos hasta mediados de los años 80, las 450 mil tareas.
Ante el avance progresivo y la vorágine de esta enfermedad que, a decir del señor Rafael Perelló, miembro de la Comisión Nacional de Control de la Roya del Café, ya ha dejado pérdidas por el orden de los RD$600 millones de pesos, el presidente de la República, licenciado Danilo Medina, dispuso, a través del Ministerio de Agricultura, una partida inicial de RD$ 154 millones de pesos para la implementación de un programa que conlleve a su manejo y control.
Dentro de las medidas anunciadas por las autoridades gubernamentales, se contempla la introducción de variedades resistentes al patógeno, el tratamiento de las plantaciones con productos agroquímicos, la conformación de brigadas para el manejo cultural del cultivo, entre otras acciones.
Y que bueno que el gobierno haya encarado, con el debido rigor, esta problemática porque, como es bien conocido, la caficultura, además de representar el sustento de unas 500 mil familias y garantizar el empleo directo a unas 200 mil personas, contribuye a la conservación de las cuencas hidrográficas y a la protección de recursos naturales en sentido general.
Pero para llevar a cabo de manera eficiente este urgente y anhelado plan contra la roya, se debe tomar en cuenta mejorar satisfactoriamente las condiciones salariales y de trabajo de los profesionales agrícolas.
A los técnicos agrícolas hay que mejorarles los sueldos, asignarles los medios de transportes adecuados con sus correspondientes combustibles, así como todos los materiales y herramientas que los motiven y les permitan desarrollar sus labores con amor y entrega, como debe ser.
Si los programas de mantenimiento, rehabilitación, renovación y fomento de cafetales que se llevó a cabo, en los años 80 y 90, a través del otrora Departamento de Café de la entonces Secretaría de Estado de Agricultura (SEA) tuvieron un relativo éxito, habría que atribuírselo, en gran parte, a que existía un personal técnico motivado; las condiciones que percibían los agrónomos de las zonas cafetaleras eran otras: sueldos acorde con la inflación económica de la época, pagos de incentivos por ser consideradas zonas especiales, motocicletas en buen estado, así como otras facilidades y las logísticas de rigor.
Apostamos al éxito del Programa Nacional de Manejo Integrado de la Roya, porque confiamos en las buenas intenciones del presidente Danilo Medina y de los funcionarios del sector cafetalero que le acompañan en su gestión de gobierno, pero, por favor, hay que mejorarles las condiciones salariales y de trabajo a los agrónomos.