POR YOBANY DE LEON
Para Ecos del Sur.
Hace mas 20 años en un pueblo cercano al nuestro, ocurrió que un señor molesto con su compadre, porque le tenia arruinada la finca de su propiedad, decidió un día matarlo, se dirigió hasta la casa del compadre armado de revolver y puñal, al llegar sólo encontró a la mujer dándole el seno a un recién nacido y cuatro niños más que jugueteaban en la sala.
José, como le llamaban al señor preguntó por el compadre y la señora le respondió que no estaba, que había salido muy temprano, luego pidió que le dijera al compadre que lo vino a matar, porque le tenia el conuco en zozobra robándoles la producción.
Al asegurarse que realmente el compadre no estaba en la casa decidió sentarse al frente, donde unos amigos jugaban dominó, ahí de forma incomoda contó el propósito de matar al compadre, por lo que esperaría allí hasta que llegara.
Se recuerda que uno de los amigos allí presente le aconsejo que no cometiera esa locura, puesto que su compadre tiene a todos los agricultores al galope robándoles, por tanto él no debe cargar con ese muerto, ya que en cualquier momento se escuchara que lo han matado, por esos actos delincuenciales que esta cometiendo. José ingirió un par de tragos de ron de forma inusual y se integró al juego, no pasaron 15 minutos y se escuchó a una vecina cuando exclamó que acababan de matar al compadre de tres disparos.
Por eso traemos esta historia, porque sabemos que a muchos le ha ocurrido en algún momento vivir episodios desesperantes de actuar de forma airada y solo un buen consejo a tiempo podría librarnos de cometer hechos lamentables.
Incontables conflictos y decisiones erradas podrían haberse evitado si se hubiera conducido con prudencia, podemos decir que la prudencia es la madre del tiempo, vamos a darle espacio al tiempo, pues nada se puede hacer sin el concurso del tiempo.