POR JOSÉ DICÉN
VILLA GUERRA, Baní- Marlene Díaz, llevaba una vida normal junto a su esposo y sus dos hijas, hasta que una extraña enfermedad cambió el rumbo de su existencia de forma radical, perdiendo su hogar y sus hijas hace unos seis años.
VILLA GUERRA, Baní- Marlene Díaz, llevaba una vida normal junto a su esposo y sus dos hijas, hasta que una extraña enfermedad cambió el rumbo de su existencia de forma radical, perdiendo su hogar y sus hijas hace unos seis años.
El único diagnostico clínico que tienen hasta ahora, es el de un estudio que se le practicó en mayo del año pasado, en el hospital Luis E. Aybar, del departamento de Imágenes Diagnosticas, que indica “Cambio de intensidad de señal a favor de lesión vascular antigua. Atrofia cortico-subcortical”, según explica Josefina Gutiérrez, madre de la joven enferma.
Antes de que se le manifestara este problema de salud, Marlene vivía con su esposo y sus dos hijas, una de 10 años y otra de 6, en la capital, pero de pronto empezó a sufrir “unos raros temblores en su cuerpo, a perder el equilibrio, fue teniendo dificultades para hablar con claridad y no podía sostener los objetos en sus manos”, recuerda Josefina, con un tono de voz en que se percibe la angustia.
Hoy esta situación se ha agudizado más, ya no puede sostener nada en sus manos, prácticamente no camina y solo balbucea en lugar de pronunciar palabras. Ahora vive en el hogar materno, en una humilde casita, en una comunidad rural de Baní, conocida como Villa Güera, ya que su esposo la abandonó, llevándose a las niñas a quienes, desde entonces, no ha vuelto a ver, pues éste solo le permite, en ocasiones, escucharlas vía telefónica.
Desde mayo del 2012 Josefina dice que ha hecho esfuerzos sobrehumanos para llevar al Marlene al médico y conseguir un diagnostico que les permita saber “qué tiene”, y de esa forma ver si la medicina le puede devolver su salud y su vida normal de antes, cuando era una mujer alta, delgada, hermosa, afable, con un hogar feliz junto a sus niñas y esposo y casi finalizando su bachillerato y con planes de ir a la universidad.
Pero Josefina, dice que no cuenta con los recursos económicos necesarios para alimentar diariamente a su hija y ni siquiera para llevarla a los médicos y hacerle los estudios de lugar que se requieren para identificar con claridad el problema que la afecta. Asegura que apenas cuenta con la tarjeta solidaridad, el seguro del SENASA, y lo que a veces aporta su esposo “que es motoconchista en el pueblo”, dice con amargura.
Hasta ahora solo tienen el diagnostico medico preeliminar, que no les dice con claridad qué sucede en el cuerpo y el organismo de su hija Marlene, de 31 años de edad, con todas las ansias de vivir como una persona normal. La propia Marlene lo expresa, aunque con mucha dificultad, “quiero recuperar mi salud y tener de nuevo mis niñas para cuidarlas y darles mi cariño de madre”.
Pero sucede que hasta ahora, desde hace seis años, sus días discurren desde su cama hasta una silla plástica, donde pasa el tiempo sentada y cuando no acostada, pues muchas veces las fuerzas la abandonan por completo y no puede siquiera sentarse en el patio bajo uno de los árboles.
Josefina clama a las autoridades del Salud Pública, al presidente Danilo Medina y otras instituciones y personas sensibles de su pueblo y del país, para que le ayuden con los recursos que les permitan continuar realizándole los estudios necesarios a Marlene y así poder llevarla a los médicos y centros clínicos que le puedan devolver su salud “con la ayuda de Dios”, implora llena de esperanzas.
Las personas que quieran ayudar a Marlene pueden comunicarse con su madre al número de teléfono 809-791-8685.