POR JOSE ANTONIO MATOS
Artículo enviado a Ecos del Sur.
Es la expresión más valedera, conque al anochecer de ayer recibimos la información de que por fin el gobernante actual de nuestra nación rompió la iniquidad de su predecesor, cuando firmó el contrato que entre otras barbaridades, la proporción 97-3 que regía, la repartición, cual ley del embudo, lo ancho para ellos y lo estrecho para nosotros.
Se trata del contrato Barrick Gold-Dominicana firmado e inducido por el ex presidente doctor Leonel Fernández, en el que además de la desproporcionalidad en que se incurrió, tenía prerrogativas para lucrar a la compañía de explotación, consistentes en impedir cualquier tipo de supervisión de parte de nuestro estado, sacar cuanto les venga en ganas y llegar a hacer más de veinte exportaciones , de las cuales nuestro país, único dueño de ellas, nunca sabrá las proporciones de su doré exportado.
La medida se deberá reconocer al presidente Danilo Medina, quien al salvar una serie de laberintos jurídicos de la política mundial, de la cual, el arbitraje se expresa en mayoría de veces en favor de los grandes capitales y no se fijan en la injusticia contra los pueblos.
Lo ideal hubiera sido la rescisión del contrato, no solo por la ilegalidad que representaba su desproporcionalidad, también por el daño ecológico que dejará en una zona corazón del país, cuyas laceraciones serán superiores siempre a los beneficios que perciba el estado dominicano, incluso en el hipotético caso de que los recibamos todos.
Esperamos que nuestro presidente, que hizo esfuerzos ingentes para este logro, siga sabiendo aquilatar nuestros valores y en lo por venir, que hay muchos, siga de cerca los otros proyectos, haciendo de esta manera los contratos de exploración y explotación de los demás yacimientos de metales preciosos y que por la naturaleza de su explotación, a base de tóxicos, no lo permita en zonas como la anunciada recientemente para el río San Juan, donde se anunció un hallazgo de Oro, la cual vierte sus aguas junto a el Yaque del sur y sus afluentes y bañando y dañando en grandes proporciones, el hábitat de más de 350 mil habitantes, recordemos que el valor de una nación comienza por su gente.