POR ALEJANDRO SANTANA
Para ECOS DEL SUR.
En los años 60s, en Barahona hubo varios estudios de fotografías, también teníamos fotógrafos a domicilio, en esos años se habló mucho de cámaras vacías, es decir solo con el flash, nada de películas para capturar las imagenes.
Pero ese no es el caso, me referiré a un hecho verdadero ocurrido en el estudio fotográfico de Toñito Lassis. Era el más popular de los fotógrafos, hombre honesto excelente profesional.
Mayormente en los tiempos de inscripción en las escuelas, el era quien hacia las fotos 2x2 en blanco y negro, también hacia las fotos a los jornaleros haitianos que venían al corte de la caña.
Un buen día de esos con muchos clientes, llegó a su estudio localizado en la calle Uruguay, una señora de nacionalidad haitiana, venia de una de las lomas cercanas a la ciudad.
Vino al mercado publico a vender productos, tenia que sacar las fotos para el carnet de migración , andaba en una burra la que amarro en una argolla que entiendo aun esta en el contén de esa calle.
El fotógrafo estaba súper ocupado, ella llega y, se para frente al espejo para arreglarse los cabellos, se quita un turbante y las gafas que tenia para protegerse del sol, las coloco en el escritorio.
Pacientemente espero varios minutos, pero de repente recuerda que debió comprar algo en el mercado y no lo había hecho, irrumpió en el estudio y le dijo a Toñito, que iría al mercado por algo, agregando que cuando volviera quería encontrar las fotos hechas.
Por lo abrumado de trabajo que estaba, le dijo que si que cuando regresara las encontraría, terminado el trabajo, reflexiono en la promesa.
Pero se le ocurrió jugarle una broma a la morena, desato la burra que estaba amarrada en el contén y la introdujo al estudio fotográfico,!con la única intención de retratarla!.
Ya en el estudio, coloco el pañuelo y las gafas de sol, al animal, hizo la foto, cuando la haitiana regreso, le entrego las cuatro fotos y ella le entrego los 75 centavos que costaban.
Ya con las fotos en las manos, se dedica a mirarla a ver como “quedo”, le parecía extraño, salio a la claridad de la calle la miro nuevamente y se devuelve al estudio fotográfico y le dice al fotógrafo, ¡Toñito, si no fuera por las gafas y el turbante, por Dios que dijera que esa es la burra!.