POR ALEJANDRO SANTANA
Para ECOS DEL SUR
Estos pueblos de Dios están llenos de anécdotas, cuentos, décimas, decimeros, cuentistas y fabulistas, y nuestros barrios son una cantera de ocurrencias que a la distancia, y en el tiempo resultan graciosas y refrescantes.
En el entonces sector de Villa Estela, hoy un gran barrio en tamaño y desarrollo vivía un personaje, un hombre muy trabajador y honrado, padre de varios hijos, marido de una sola mujer.
Todos lo conocían como Cabeza, vendía billetes de lotería, era el padre de nuestro humorista Bienva Cabeza. Vivian en una casa de madera en la esquina que forman las calles Independencia con Nicolás Ramón.
El domingo era normal que en la casa cocinaran tarde, pues hacían un desayuno fuerte, era el día de mayor trabajo del billetero Cabeza.
No se sabe con exactitud, porque razón Cabeza al salir le dijo a Ana Rosa su esposa, “si hoy domingo vengo en un carro, tiren a la calle todos los corotos de la casa que me saque el premio mayor de la lotería”.
Efectivamente, a eso de las 4 de la tarde, Cabeza regresa a la vivienda en un carro, cuando la familia lo vio llegar, se dedicaron a lanzar a la calle todos los ajuares, pues comprarían otros nuevos.
Entre los hijos había un manquito llamado Melito que se mantenía en el patio de la casa y al ver que también iban a votar las habichuelas que ya estaban blanditas, ¡gritó, no la boten dénmela que yo me la como con sal!
Fue el más inteligente, porque a Cabeza le había dado un mareo en el mercado donde vendía los billetes y alguien lo despojó del dinero y los billetes, enviándolo a la casa en un carro, con el encargo de que los parientes pagaran la carrera.
Hasta Bienva que había participado en la botadura, tuvo que retornar los corotos para dentro y lo que tenían para comer pagárselo al chofer, solo el manquito comió ese día.
Para ECOS DEL SUR
Estos pueblos de Dios están llenos de anécdotas, cuentos, décimas, decimeros, cuentistas y fabulistas, y nuestros barrios son una cantera de ocurrencias que a la distancia, y en el tiempo resultan graciosas y refrescantes.
En el entonces sector de Villa Estela, hoy un gran barrio en tamaño y desarrollo vivía un personaje, un hombre muy trabajador y honrado, padre de varios hijos, marido de una sola mujer.
Todos lo conocían como Cabeza, vendía billetes de lotería, era el padre de nuestro humorista Bienva Cabeza. Vivian en una casa de madera en la esquina que forman las calles Independencia con Nicolás Ramón.
El domingo era normal que en la casa cocinaran tarde, pues hacían un desayuno fuerte, era el día de mayor trabajo del billetero Cabeza.
No se sabe con exactitud, porque razón Cabeza al salir le dijo a Ana Rosa su esposa, “si hoy domingo vengo en un carro, tiren a la calle todos los corotos de la casa que me saque el premio mayor de la lotería”.
Efectivamente, a eso de las 4 de la tarde, Cabeza regresa a la vivienda en un carro, cuando la familia lo vio llegar, se dedicaron a lanzar a la calle todos los ajuares, pues comprarían otros nuevos.
Entre los hijos había un manquito llamado Melito que se mantenía en el patio de la casa y al ver que también iban a votar las habichuelas que ya estaban blanditas, ¡gritó, no la boten dénmela que yo me la como con sal!
Fue el más inteligente, porque a Cabeza le había dado un mareo en el mercado donde vendía los billetes y alguien lo despojó del dinero y los billetes, enviándolo a la casa en un carro, con el encargo de que los parientes pagaran la carrera.
Hasta Bienva que había participado en la botadura, tuvo que retornar los corotos para dentro y lo que tenían para comer pagárselo al chofer, solo el manquito comió ese día.