Tampoco se han pronunciado cuando allá, al cruzar el masacre, haitianos xenófobos han secuestrado y/o asesinado transportistas dominicanos, y asaltados pescadores, sólo porque están supuestamente afectando sus ingresos.
Es como el caso de los desacreditados comités de derechos humanos de este país cuando se trata de atropellos contra ciudadanos (delincuentes o no) de parte de agentes policiales. Condenan la policía (como debe ser), pero jamás se pronuncian en contra de los delincuentes que asesinan a mansalvas a indefensos ciudadanos con fines de atracarlos.
Nunca he visto, por ningún medio informativo, la condena o pronunciamientos de esos sectores cuando delincuentes haitianos asaltan y golpean (incluso asesinan) a dominicanos o dominicanas con el malvado fin de robarles.
Pero ahora, ante una sentencia patriótica y de defensa de nuestra soberanía y el derecho de decidir sobre nuestra política migratoria, derecho que le asiste a todos los estados del mundo, surgen voces que han enfrentado la sentencia del TC de la forma más insólita posible: demandando a todo pulmón y a los cuatro vientos, una condena en cadena de la República Dominicana.
Jamás estaremos del lado de quienes prefieren conservar los beneficios incuantificables que reciben de los organismos y países señalados, pretendiendo que todo extranjero que vive aquí sea reconocido como dominicano. Y esa postura nuestra no le da derecho a nadie a calificarnos de mentes enfermizas. Tampoco le da derecho a desvirtuar el asunto dando un tinte político partidario, porque las consecuencias (positivas o negativas), de la aplicación de esa sentencia de parte del gobierno, no afecta al partido de gobierno, afecta y afectará a todo el país, lo que puede provocar que mañana, tengamos que ir al muro de las lamentaciones a “llorar como mujeres lo que no hemos sabido defender como hombres”, que es defensor nuestra dignidad, nuestro orgullo patrio y defender la patria de toda agresión extranjera.
Es como el caso de los desacreditados comités de derechos humanos de este país cuando se trata de atropellos contra ciudadanos (delincuentes o no) de parte de agentes policiales. Condenan la policía (como debe ser), pero jamás se pronuncian en contra de los delincuentes que asesinan a mansalvas a indefensos ciudadanos con fines de atracarlos.
Nunca he visto, por ningún medio informativo, la condena o pronunciamientos de esos sectores cuando delincuentes haitianos asaltan y golpean (incluso asesinan) a dominicanos o dominicanas con el malvado fin de robarles.
Pero ahora, ante una sentencia patriótica y de defensa de nuestra soberanía y el derecho de decidir sobre nuestra política migratoria, derecho que le asiste a todos los estados del mundo, surgen voces que han enfrentado la sentencia del TC de la forma más insólita posible: demandando a todo pulmón y a los cuatro vientos, una condena en cadena de la República Dominicana.
Jamás estaremos del lado de quienes prefieren conservar los beneficios incuantificables que reciben de los organismos y países señalados, pretendiendo que todo extranjero que vive aquí sea reconocido como dominicano. Y esa postura nuestra no le da derecho a nadie a calificarnos de mentes enfermizas. Tampoco le da derecho a desvirtuar el asunto dando un tinte político partidario, porque las consecuencias (positivas o negativas), de la aplicación de esa sentencia de parte del gobierno, no afecta al partido de gobierno, afecta y afectará a todo el país, lo que puede provocar que mañana, tengamos que ir al muro de las lamentaciones a “llorar como mujeres lo que no hemos sabido defender como hombres”, que es defensor nuestra dignidad, nuestro orgullo patrio y defender la patria de toda agresión extranjera.
Quienes son más mentes estrechas Alejandro, quienes defienden la Patria y el Estado dominicano que busca establecer de una vez y por todas una política migratoria prática y y efectiva, o aquellos que obnubilados por una posición errada contra el gobierno de turno, están hacendo ingentes esfuerzos por lograr una condena de consecuencias non sanctas contra la República Dominicana?
La defensa de nuestros colegas no implica aplaudir como la foca todo lo que hacen muchos que se pintan de democráticos, pero se creen con licencia de corso para embarrar a nuestro país y a quienes lo defienden, con el estiércol de la hipocresía y la doble moral. Podemos y debemos ser solidarios, pero esa solidaridad no debe llevarnos a ser sumisos, sobre todo si se expresa en contra de nuestra nacionalidad y soberanía patrióticas.
Así no, hermano Alejandro Santana.