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jueves, 20 de febrero de 2014

OPINION: Cómo librarse de una burla sin agresiones?

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POR ALEJANDRO SANTANA

 Francisco de Quevedo, escritor español del siglo de oro fue un ejemplo, como todo hombre de las artes, de las ciencias, tenia características que lo hacían un personaje diferente a los demás ciudadanos de su época.

Se desplazaba por las calles de su ciudad y aunque bañado y bien vestido, nunca se peinaba, andaba con el cabello desalborotado.

Eso le gano las burlas principalmente de mujeres de su época que le grietaban, ¡Quevedo, el loco!, se burlaban del inmisericordemente a extremo que muchas veces lo irritaba.

Un día de esos en que el epíteto de loco que le endilgaban, llego a extremo se puso el traje de  la ira, y molesto pero sin golpes se libro del apodo de loco que le endilgaban.

Ese día en que salio de su trabajo y caminaba por las callejuelas de un barrio español, desde un balcón varias mujeres hermosas por demás comenzaron a vociferarle.

Quevedo, el loco, despeinado, fue tan fuerte la burla que llego a la segunda planta donde estaban  quienes lo burlaban, y sin saludar llego hasta el balcón de la vivienda.

Se planto delante de las bellas damas y sin enojo visible pero en tono fuerte les pregunto,”vos vendéis, vino, para la época en que ocurrió el hecho, preguntar en una vivienda si en el lugar vendían vino era una ofensa mayúscula.

Traducido en buen dominicano, Quevedo, le pregunto que si  el lugar era un prostíbulo y si ellas eran meretrices (prostitutas), solo en esos lugares se vendía vinos y quienes Vivian en esas viviendas eran prostitutas.

De esa forma logro quitarse el apodo de Quevedo el loco, ya hoy no es así en la España moderna, en cualquier lugar venden vinos sin necesidad de que el lugar sea un prostíbulo.