SAN CRISTOBAL.- Cuando de aguacate se trata, Cambita, Garabito, un municipio de San Cristóbal, es algo así como “una potencia” dentro de República Dominicana. En esa zona hay unas 140 mil tareas sembradas, 2,200 productores y suficiente ánimo para poner la tierra a parir mucho más.
Sin embargo, la mayoría de la producción es de minifundio (pequeños productores, que no sobrepasan las 50 tareas). Esa cantidad de tierra puede resultar mucha o poca, en términos comerciales, dependiendo de quién tenga la propiedad y de la manera como la utilice.
Sin embargo, la mayoría de la producción es de minifundio (pequeños productores, que no sobrepasan las 50 tareas). Esa cantidad de tierra puede resultar mucha o poca, en términos comerciales, dependiendo de quién tenga la propiedad y de la manera como la utilice.
“Aquí hay personas que con esa cantidad te hacen medio millón de pesos al año, pero hay otros que no te hacen cien mil pesos”, indica José Rosa, presidente del Clúster de Aguacate de Cambita.
Pero con minifundio o no, Cambita se ha encargado de aportarle a República Dominicana entre el 30 y el 35% de la producción general de aguacate en los últimos años, incluso, fuera de los ciclos tradicionales que se conocían en el país.
La producción que se desarrolla en Cambita en su mayoría es de “Semil 34” y su época de cosecha se ubica desde octubre de un año, hasta marzo del año siguiente.
Pero con minifundio o no, Cambita se ha encargado de aportarle a República Dominicana entre el 30 y el 35% de la producción general de aguacate en los últimos años, incluso, fuera de los ciclos tradicionales que se conocían en el país.
La producción que se desarrolla en Cambita en su mayoría es de “Semil 34” y su época de cosecha se ubica desde octubre de un año, hasta marzo del año siguiente.
Cuando la cosecha de ese aguacate coincide -entre octubre y enero- con los cosechados en Florida, Estados Unidos, que es precisamente el mercado principal para los cultivadores de Cambita, entonces hay una depreciación del precio en contra de éstos.
Y es que a los agricultores de Miami producir les queda prácticamente “en el patio”, como se dice en el lenguaje rural (cerca) y por eso pueden comprar y vender más barato que cuando adquieren la mercancía de República Dominicana.