POR BIENVENIDO MATOS PEREZ
Para ECOS DEL SUR
Heidegger lo había dicho con anterioridad: Existir es para la muerte, porque si esta es de signo infalible, definitivo, se existe para morir, estamos pues condenados desde el instante mismo en que la existencia se hace posible entre nosotros, somos como muertos en vida aunque la humanidad entera a lo largo de su existir parece no entenderla.
Para ECOS DEL SUR
Heidegger lo había dicho con anterioridad: Existir es para la muerte, porque si esta es de signo infalible, definitivo, se existe para morir, estamos pues condenados desde el instante mismo en que la existencia se hace posible entre nosotros, somos como muertos en vida aunque la humanidad entera a lo largo de su existir parece no entenderla.
Quizás estas elucubraciones pueden descifrar el contenido de aquella frase casi lapidaria que expresara Rilke: la muerte era ya vieja cuando empezó la vida. Nacemos, crecemos, nos desarrollamos y pocos muy pocos y en muy breves ocasiones tenemos tiempo de pensar en la brevedad de la vida.
Pienso en estas cosas que a muchos le puede parecer ejercicio de simple filosofía a propósito de la muerte a destiempo, de la partida al infinito de un amigo de un compueblano con visos y proximidad como si fuera un hermano. Porque los hijos de Antonio Florián y Mariana Peña son como si fueran mis propios hermanos.
Me refiero a la Muerte repentina, absoluta y fulminante de Eddy Ganimedes Florián Peña ocurrida el pasado 9 de abril en la vecina isla de Puerto Rico, donde este ilustre hijo del pueblo de Barahona fue a residir por 24 años ejerciendo la medicina de forma altruista con vocación de servicio y solidaridad.
En Puerto Rico Ganimedes se gano el cariño, el afecto y la consideración más absoluta de los boricuas, no podía ser de otra manera, hombre decente, elegante, comedido, de alta formación humana, tenía que pasar por allí imponiendo su estirpe, su estilo de hombre formal, agradable y presto a servir, la solidaridad en su vida no fue una palabra o una pose para hacerse gracioso, la solidaridad para él fue un compromiso y así vivió hasta que fue llamado a la eternidad, dejando una huella de aprecio en todo el que lo trato, vivió en Puerto Rico 24 años pero como los Barahoneros de noble corazón pernotaba allí pero le amanecía en Barahona.
En sus nostalgias no importaba donde estuviera, los atardeceres de Barahona le llamaba y el volvía a su terruño, a los suyos porque desde allí aun en sus ocupaciones hacia espacio para recordarlos, para estar con nosotros y esto era para el motivo de contentamiento, si pretendiera en estas líneas que son solo mi forma de despedir a un amigo especial y de forma muy especial, escribir las vivencias que he tenido con él se necesitarías muchas horas para escribirlas.
Recuerdo que al terminar la carrera de medicina en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, vino a Barahona a realizar su internado en el municipio de polo de donde muchos de los amigos que hizo allí al enterarse de su fallecimiento se han sentido compungidos y han tenido que valorar su paso por aquella comunidad de hombres laboriosos y emprendedores, todo porque el médico Ganimedes Florián cultivo con afectos el corazón de aquel alto municipio de brisas benignas y supo con sus actuaciones ganarse el afecto de todos sirviendo con amor y entrega a los que pudo alcanzas.
Tanto se adentro en la filantropía de su profesión que se especializo en ginecología y en fisiatría para servir a su gente con el entusiasmo que siempre albergo su corazón, su paso por la maternidad de la Altagracia así lo confirma al grado que tantos años después es recordado por su disposición al trabajo en favor de los que menos podían.
Recuerdo su Barahonerismo cuando estuvo trabajando en la comunidad de polo, se integro a apoyar el club Santa Cruz que surgió como un oasis para calmar la sed de Baloncesto, tenis de mesa y yudo que se despertó en toda la niñez y la juventud de Barahona, la Asociación de Baloncesto lo designo miembro del cuerpo de asesores de esta notable institución.
Una vez me visito preocupado porque no se había producido el decreto que asignaba oficialmente la sede a Barahona de los V juegos deportivos nacionales, me planteo que la comunidad de los serie 18 residentes de Santo Domingo debía jugar un papel más activo, propuso que se hiciera un comunicado dando las gracias al presidente guzmán por otorgarnos la sede de los V juegos, yo presidia el comité de apoyo integrado por otros munícipes de gran valía, sus propuestas fueron aprobadas y Ganimedes Florián Peña se sintió contento.
Hacía mucho que no sabía de él, su hermana Yanet me dio una noticia que me lleno de satisfacción – Bienvenido, Ganimedes viene de retirada, pronto le saldrá su pensión en Puerto Rico y se va a instalar aquí y en Santo Domingo.
Volví a tener noticias de él en el funeral de su hermano Domingo Florián Peña (Palin) los que le vieron me dijeron que lucía bien, en buen estado de salud, paso varios días aquí en la casa materna de la Nuestra Señora del Rosario #67, todos me dieron testimonios, formal, conversador, esmerado, el mismo Ganimedes de siempre.
Volvió a Puerto Rico en diligencias relacionadas con su traslado a Santo Domingo, la muerte que siempre nos asecha le infirió alevosamente su estocada mortal que lo arrancaría para siempre de nosotros, los que lo conocimos, los que alguna vez en el tránsito de este mundo lo tratamos sabemos que con Eddy Ganimedes Florián Peña murió un ser humano extraordinariamente bueno, delicado, bondadoso y servicial.
Que tu obra de bien te acompañe hasta la eternidad y sea testigo ante el altísimo de tu hombría de bien, Paz eterna para Ganimedes Florián Peña.