POR MANUEL MEDINA
Estimados lectores:
Hoy quiero compartir con ustedes algunas experiencias vividas con un amigo y hermano.
Si no fuera mucho decir, me atrevería, como dice el canta autor cubano, Silvio Rodríguez, en la canción del Elegido: no voy a hablarles de un hombre común, voy a hablarles de un ser de otro mundo.
La persona a la que hago referencia, la conocí pequeñita, un niño inquieto, totalmente intranquilo, pero siempre dispuesto a ayudar a todos los vecinos en el momento que le solicitaran. Compartí con él todo tipo de juegos en el barrio que nos criamos.
Desde muy pequeño, se hizo hombre, siempre estaba entre los más grandes, pero es que su capacidad de razonamiento le permitía compartir con los mayores de edad y grado escolar.
Recuerdo que cuando cursaba el sexto grado en la Escuela Parroquial Cristo Rey, ese niño estaba cursando el segundo curso, con la misma maestra, la profesora Oneida Medrano Acosta. No sé cómo, pero al cabo de poco tiempo, su casa se convirtió en mi casa. Aunque originalmente no era el amigo con el que yo más compartía, sino su hermano mayor, Abraham, mi amigo de infancia.
Recuerdo ese niño, siempre detrás de mí, compartiendo con todos los más grandecitos, pero con opiniones siempre acertadas y claras.
La persona a la cual me refiero, me tocó integrarla al Club Cultural José Núñez de Cáceres, aunque era prácticamente un niño, al poco tiempo se convirtió en el líder indiscutible del Club y también del sector Savica Municipal, hoy Camboya, donde nos criamos y desarrollamos.+
Cuando por situaciones de persecución política, tuve que irme a Santo Domingo; en el año 1976, él, adjunto de otros valiosos compañeros se quedó al frente del club, quedando en sus manos la organización de un festival de la voz y la conducción del programa radial Chispas Culturales.
¡Cómo no recordar!, cuando ese jovencito llegó al Liceo Federico Henríquez y Carvajal, a séptimo curso, yo estaba cursando el tercero de secundaria. Para ese entonces me encontraba dirigiendo la Unión de Estudiantes Revolucionarios, UER, luego UNER, recuerdo que siempre trataba que él no participara en reuniones, porque creía que estaba muy pequeño para incursionar en esos asuntos, pero no había forma, tuvimos que organizarlo en el movimiento estudiantil. Para nosotros, los dirigentes de la época, fue sorprendente el desarrollo de ese jovencito, se convirtió en el más importante líder de todo el movimiento estudiantil de San Cristóbal hasta Pedernales. Sencillamente le estoy hablando de una persona excepcional.
Me correspondió además, organizarlo en la Línea Roja de 14 de Junio, donde tuvo una destacada participación.
Su entrega a los estudios, acompañada de su gran inteligencia, lo llevó a graduarse con honores en Filosofía y Letras, luego en Derecho, carrera que actualmente ejerce.
Todo lo que he dicho es como un preámbulo para poder manifestar el gran ser humano que es esa persona. Mientras estuvo estudiando en la UASD, se convirtió en el Padre Billini de todos los Barahoneros, con problemas para estudiar, con problemas de salud, con problemas judiciales, entre tandas ayudas desinteresadas que ofreció.
A su regreso a Barahona, continuó sus obras filantrópicas, dando lo de él. No tiene diferencias con ninguna persona, aunque su opción es por los más necesitados.
Los Barahoneros, no importa preferencias políticas, debemos aprovechar la vocación de servicio desinteresada de esta persona y tratar de abrirle un espacio, para que Barahona vuelva a ser la Perla del Sur y Novia del Caribe.
Todo lo que he dicho tiene una figura y un nombre: Dr. Praede Olivero Féliz, Barahonero auténtico y desinteresado. No tiene compromiso con partido alguno, pero se debe a su pueblo.
Creo que Dios le está dando una oportunidad al pueblo de Barahona, como se la dió al pueblo de Israel, para que Moisés los saque de Egipto.
Termino citando:
“El primer paso para el cambio es la concientización, el segundo es aceptación “ (Nathaniel Branden).
“Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos” (John F. Kenedy).