La prolongada sequía ha sido ruinosa para Baní, cuyos productores de víveres, cebolla, vegetales, frutas y leche de vaca denuncian, con alarma, el estado de descalabro en que se encuentran.
Más que la sequía, el hecho de haber sido privados del continuo flujo de agua que se almacena en la presa de Valdesia es lo que en gran medida agrava la situación, ya que sus cultivos no pueden sostenerse con las limitadas fuentes de abastecimiento que constituyen los pozos.
Y ahora que estas restricciones han ido aminorando porque Valdesia ha mejorado sus niveles, resulta que el canal Marcos A. Cabral presenta deterioros y malezas que neutralizan un adecuado riego, y los productores dicen que ese canal debió de ser limpiado en las anteriores semanas de fuerte sequía, y no se hizo.
En el caso de las fincas ganaderas, el problema también es grave. De una producción de 100 mil litros de leche diarios ésta ha bajado a 50 mil litros y a las vacas hay que darles agua, o de lo contrario mueren de sed.
Con el plátano y la cebolla los niveles han decaído y esto supone pérdidas cuantiosas para aquellos que han invertido recursos en la preparación de tierras y ahora se han quedado sin nada para suplir a los mercados, y se han quedado también con deudas y con una espada de Damocles sobre las garantías prendarias que ofrecieron a instituciones financieras al tomar los préstamos.
El panorama que describen los productores es penoso, desalentador.
Es aconsejable que el presidente Danilo Medina, a su regreso de Roma, pida a sus funcionarios del sector agropecuario que le ofrezcan un informe real de la situación para que vaya de inmediato en auxilio de estos consagrados productores que lo único que han reclamado es que el agua que pertenece a Baní, acumulada en la presa de Valdesia, no se les niegue para seguir produciendo.
Todos estamos conscientes de que es prioritario garantizar el suministro de agua a los seres humanos y que las restricciones impuestas en medio de la sequía obedecían a este supremo imperativo en el caso de los habitantes de la ciudad Capital, pero ya que la caída de las lluvias ha mejorado los niveles del embalse, a Baní hay que darle las cantidades suficientes para no dejar que su agricultura llegue al colapso total.