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sábado, 1 de noviembre de 2014

EL JILGUERO: Ese atentado en el Metro

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POR SANTOS SALVADOR CUEVAS 
Para Ecos del Sur

Lo que esta semana aconteció en Metro de Santo Domingo, es una señal peligrosa, su impacto y las consecuencias que implican una treintena de personas impactadas por el fuego ardiente, con heridas de primer, segundo y hasta tercer grado, y que no debe interpretarse como un hecho aislado, ni como el producto de un joven con problemas psíquico-mental, es mucho más que eso, se trata, quiérase o no, de una acción criminal que puede ser el punto de partida de secuencia de atentados terroristas, que si no se sancionan de manera ejemplar,  pues, vayamos preparándonos a ser testigos en el Caribe de un segundo Iraq.

En los vídeos presentados vimos las llamas arder en cuerpos de personas indefensas y ajenas a encontrarse con esta penosa realidad, más, si lo observado hubiese sido en Iraq, Paquistán, Israel, etc.,  pues se hubiese catalogado como una acción de marca menor, dado que en Oriente lo que traen los cables cada semana es la voladora de tajos humanos y en grandes proporciones.

Demos gracias si queremos a Dios, yo diría que a la conciencia nacional de que en Santo Domingo, aun con todo  lo implacable del capitalismo salvaje, no vivimos en un territorio en donde impere la ley del terror y las confrontaciones sangrientas entre dominicanos; pero todo nace un día, y esa acción indolente y criminal escenificada en el Metro, en un lugar donde se concentran muchas personas, puede ser el punto de partida que nos lleve a ser testigo en Santo Domingo de un segundo Iraq.

Con la diferencia de que en Oriente los pueblos se debaten y resisten contra la agresión que en su territorio ejercer potencias extranjeras, y aquí no hay a la viste ningún elemento que justifique, ni dé tintes de revolucionaria a una acción criminal y cobarde como esta llevada a cabo en el Metro.

Ni chantaje, ni sentimentalismo, ni el grito anticipado por los medios de comunicación, ni la indiferencia irresponsable, deben ser fuerza que detengan el curso de una investigación profunda, a conciencia y muy responsable, que lleve a desmenuzar en lo más profundo los motivos, a los autores y ejecutores de este plan, sin importar que los posibles responsables sean de un barrio marginado o personas de saco y corbata. Sencillamente, que resplandezca la verdad y que sean sancionados los responsables que jugaron a ver la sangre de dominicanos correr en el Metro de Santo Domingo.