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lunes, 15 de diciembre de 2014

OPINION: Mis respetos, Teuddy Ariel Sánchez López

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POR PRAXEDES M. OLIVERO

¿Por qué,  Muerte Traicionera,  
Llegas así de repente
Y nos quitas de las manos
Aquello que más amamos?
¿Cómo te atreves, Insolente,
 Penetrar a nuestras vidas
De manera tan intempestiva?
¿Es que acaso no te han dicho
Que aquí nunca eres bienvenida?
¡Ahora, dime,  Malnacida!,  
¿De cuál infierno procedías
Ese  tan infausto día?

Poco o nada en la noche del miércoles 10 de diciembre avisaba que la muerte cernía su sombra terrorífica sobre la cabeza de uno de los hijos más queridos de Barahona. Todo apuntaba que ese era ya casi el final de un día del primer tercio de diciembre sin ninguna novedad. Sin embargo, el Personaje de Ultratumba había decidido poner punto final a la tranquilidad nocturnal. La Muerte llegó de repente y se posó con inclemencia  en el espacio sideral.

La primera conmoción de que algo grande había pasado la experimenté ante el grito de espanto de mi esposo  al recibir la noticia del que yo suponía era  un desventurado acontecimiento. Se me heló el corazón.  Me acerqué al balcón   para saber de qué se trataba. Luego me entero de algo que me parece totalmente disparatado.: “Se murió Teuddy”. A mí cerebro acudió su imagen  mientras manejaba su pasola por la calle principal  de la Universidad.  La figura juvenil resultaba incongruente con  la imagen de alguien que iría a morir en  unos pocos  días solamente. Pensé que la muerte había actuado de manera traicionera contra Teuddy Sánchez.
 
 Le permitió hacer sus labores habituales y  llevar su vida familiar con mucha normalidad para luego atacarlo con terrible impiedad. Se me ocurrió una idea loca. Quise poseer poderes extraterrenales y citar a duelo de muerte al Personaje Abismal. Pero la realidad me dio de golpe y sólo atiné a sentarme en una silla y desde allí,   lamentar.

De todos modos, opté por convencerme a mí misma de si tal  desgracia era  verdad. Acudí a las Redes Sociales, pero ellas también habían sido conmocionadas.  Los Ecos del Sur, asolados por la  Muerte,  habían cesado  de retumbar. Al final,  la terrible noticia nos apabulló  a todos con su crueldad.

El lamento lúgubre del perro me conminó a aclamar a Dios. No pude, si no pensar que Teuddy había venido a despedirse y era el noble animal, poseedor de alguna percepción extrasensorial,  quien  había salido a recibirle. Creo que  esa noche hasta el sueño decidió montar vigilia. Se ausentó de las cabezas de  muchas de las gentes de Barahona.

El día siguiente,  de tristeza y lamentos. Ya en la iglesia, el sacerdote dice una expresión que en otras circunstancias hubiera parecido una herejía. “La voz de Teuddy era la voz de Dios”. Después de pensarlo un tanto, - ¡Ser de poca fe y de menos entendimiento! -, Dios habla a través de sus hijos, interpreto yo.

Allí, una figura de movimientos ágiles cruza el pasillo lateral derecho de la Iglesia Catedral. Parece un cuerpo que levita impulsado por algún poder supraterrenal. Es Ohelmis Sánchez.  Transita realizando gestiones para el momento final.

Ya en el Camposanto, me sobrecogen sus dimensiones sin mesura, ¡tantas tumbas! Al lado del sepulcro  preparado con premura, inmensidad de flores apiladas en el suelo. Una mujer delgada y pequeña.  Muy triste. Busca entre las flores intentando descifrar las palabras que acompañan los bouquets. Sus movimientos, torpes. Es la  madre que ha perdido parte de su corazón  un  inesperado día decembrino. Todo ya carece de sentido.

El cielo de Barahona, el cielo más azul del Universo, luce encapotado. Norte, Sur y Este bajo iguales condiciones. El firmamento también está enlutado. 
 
En el Poniente,  la luz del Sol brilla refulgente; es  la luz de Teuddy Ariel Sánchez  López a su paso por el Horizonte.