POR SANTOS SALVADOR CUEVAS
Para Ecos del Sur
La vida y la muerte andan juntas desde el primer soplo, así como son inseparables la luz y la oscuridad, la noche y el día, el hoy y el mañana, por ello se ha dejado imponer desde siempre la máxima de que “para no morir, no nacer”.
Toca a los seres humanos en su tránsito por el mundo de los vivos, hacerlo con dignidad, apegado siempre a valores y principios sin los cuales de nada sirve la vida; entre esos valores se destacan los del amor, la solidaridad, la honradez, el humanismo, el patriotismo, la sencillez, la tolerancia, etc. etc.
Hay que llevar una vida sencilla y humana, alejada de la indiferencia y las malas crianzas que llevan a la delincuencia y al cultivo de una vida en vanos, sin valor y sin el sentido de que debe ir revestida.
De manera tal que, cuando llegue el día final, corresponda a los deudores, que vienen a ser los familiares, amigos e instituciones públicas, garantizar un verdadero descanso allí en el campo santo, y (que los mismos deudores) garanticen también después de la muerte la continuidad de una existencia con dignidad.
De lo anterior se desprende que, el grito de Cambio, debe abarcar una mirada hacia los cementerios donde descansan aquellos que nos dieron la vida, nos dieron su amistad, su solidaridad y su amor infinito, esa continuidad que será eterna en un campo santo, debería hacerse revestido del cuidado y la dignidad que en vida estos se ganaron.
Nuestros cementerios (hablo de la región) parecen vertederos en donde se entierran los difuntos, tanto por el abandono, los montones de basura y la falta de un personal que cuide y vigile la permanencia de los difuntos sin ser tocados, ni descuidados o maltratados.
Hubo una época no lejana en que nuestros cementerios desaparecieron muchos cadáveres, usados para “prácticas en facultades de medicina en las universidades”, así como desaparecieron varios cadáveres que “se usaron en hechicerías”.
El Cambio que proyectamos hacia el seno de la población, debe traer consigo un tratamiento distinto hacia los campos santos en donde descansan nuestros difuntos.
Tenemos que garantizar brigadas que saquen la maleza y el sucio que da característica de vertedero a los cementerios, además de zacatecas, es necesario dedicar un personal permanente, no menor a tres trabajadores, que se encarguen del cuidado, la limpieza y vigilancia, tanto de día como de noche en el cementerio.
Así mismo, la alcaldía debe velar por el iluminado y agua dentro del cementerio; hay que iluminar el lugar siempre como sinónimo de seguridad y de señal que los difuntos tienen dolientes, y el agua porque es mucho el trabajo que se sufre cuando se va a enterrar un difunto, por la ausencia del preciado liquido.
“Percal, te acuerdas del percal”, así sustraemos este estribillo de una canción de Bienvenido Granda, y lo hacemos para anunciar el compromiso de que a partir de nuestra gestión en el 2016, el cementerio de Tamayo lo vamos a poner como “un percal”: Limpio, cuidado, vigilado y protegido de la indiferencia que hoy lleva consigo.
La dignidad de los vivos, se le debe preservar aun después de la muerte, si no es bajo esa premisa o visión, entonces, el Cambio no vale nada.
Estos son aspectos impostergables que estarán contemplados en el Programa de Gobierno de la Red de Tamayeros por el Cambio y de la opción que compartimos al interior del PLD.
La vida y la muerte andan juntas desde el primer soplo, así como son inseparables la luz y la oscuridad, la noche y el día, el hoy y el mañana, por ello se ha dejado imponer desde siempre la máxima de que “para no morir, no nacer”.
Toca a los seres humanos en su tránsito por el mundo de los vivos, hacerlo con dignidad, apegado siempre a valores y principios sin los cuales de nada sirve la vida; entre esos valores se destacan los del amor, la solidaridad, la honradez, el humanismo, el patriotismo, la sencillez, la tolerancia, etc. etc.
Hay que llevar una vida sencilla y humana, alejada de la indiferencia y las malas crianzas que llevan a la delincuencia y al cultivo de una vida en vanos, sin valor y sin el sentido de que debe ir revestida.
De manera tal que, cuando llegue el día final, corresponda a los deudores, que vienen a ser los familiares, amigos e instituciones públicas, garantizar un verdadero descanso allí en el campo santo, y (que los mismos deudores) garanticen también después de la muerte la continuidad de una existencia con dignidad.
De lo anterior se desprende que, el grito de Cambio, debe abarcar una mirada hacia los cementerios donde descansan aquellos que nos dieron la vida, nos dieron su amistad, su solidaridad y su amor infinito, esa continuidad que será eterna en un campo santo, debería hacerse revestido del cuidado y la dignidad que en vida estos se ganaron.
Nuestros cementerios (hablo de la región) parecen vertederos en donde se entierran los difuntos, tanto por el abandono, los montones de basura y la falta de un personal que cuide y vigile la permanencia de los difuntos sin ser tocados, ni descuidados o maltratados.
Hubo una época no lejana en que nuestros cementerios desaparecieron muchos cadáveres, usados para “prácticas en facultades de medicina en las universidades”, así como desaparecieron varios cadáveres que “se usaron en hechicerías”.
El Cambio que proyectamos hacia el seno de la población, debe traer consigo un tratamiento distinto hacia los campos santos en donde descansan nuestros difuntos.
Tenemos que garantizar brigadas que saquen la maleza y el sucio que da característica de vertedero a los cementerios, además de zacatecas, es necesario dedicar un personal permanente, no menor a tres trabajadores, que se encarguen del cuidado, la limpieza y vigilancia, tanto de día como de noche en el cementerio.
Así mismo, la alcaldía debe velar por el iluminado y agua dentro del cementerio; hay que iluminar el lugar siempre como sinónimo de seguridad y de señal que los difuntos tienen dolientes, y el agua porque es mucho el trabajo que se sufre cuando se va a enterrar un difunto, por la ausencia del preciado liquido.
“Percal, te acuerdas del percal”, así sustraemos este estribillo de una canción de Bienvenido Granda, y lo hacemos para anunciar el compromiso de que a partir de nuestra gestión en el 2016, el cementerio de Tamayo lo vamos a poner como “un percal”: Limpio, cuidado, vigilado y protegido de la indiferencia que hoy lleva consigo.
La dignidad de los vivos, se le debe preservar aun después de la muerte, si no es bajo esa premisa o visión, entonces, el Cambio no vale nada.
Estos son aspectos impostergables que estarán contemplados en el Programa de Gobierno de la Red de Tamayeros por el Cambio y de la opción que compartimos al interior del PLD.