POR SANTOS SALVADOR
CUEVAS
Para Ecos del Sur
En todos los tiempos y en todas las épocas nos encontramos de
todo, los que se la juegan por la Patria y los que hacen el bulto; los que
proyectan con su ejemplo e historial de vida una práctica coherente e incuestionable
de amor por su tierra, y los que con la lengua y empleando un verbo de guerra
pretenden colarse como patriotas.
Al patriota y revolucionario no se le mide tan sólo por lo
que dice y grita, sino también por la coherencia entre lo que dice y lo que
hace.
Hemos aprendido que, ni lo que se dice ni lo que se hace
tienen fuerza si su predicamento no se basa en valores y principios éticos y
morales, que son lo que establecen la diferencia y le dan carácter de justicia
y nobleza a las cosas que predica.
El patriota y revolucionario en este contexto nacional y continental,
debe ser demócrata, tolerante y sensato, que plantea sus ideas sobre el debate
de que se trate, para que calen en el corazón de las mayorías, sin pretender
ser dueño de la verdad absoluta, porque entonces, se da el caso de que, al
plantear sus ideas, se cae en posiciones erróneas y extremas, a tal punto que,
ya no sólo ha de pretender que sean sus posiciones e ideas las que se impongan,
sino también que se cree con el derecho hasta de pedir infierno y muerte para
aquellos con los que chocan sus pareceres e ideas.
Es de lo que estamos siendo testigos en los medios de
comunicación, en donde un autodenominado patriota, está pidiendo muerte para un
conjunto de periodistas que difieren de sus pareceres.
Tengo posiciones diferentes a los señores Roberto Cavada,
Huchi Lora, Amelia Dechamps y Juan Bolívar Díaz; hay cosas de ellos que no
comparto, pero no soy quien para juzgarle, ni entenderme el dueño del bien y el
mal, ni dueño hasta de la vida de éstos ni de nadie, tan sólo por diferencias
en las apreciaciones.
Hay nombres de esos a los que se condena a la muerte, que en
su momento se la jugaron por la democracia, que pusieron en juego sus vidas
ante el poder tiránico para que hoy tengamos libertad para hablar y expresar
nuestros pareceres; desde mi niñez vi en los vídeos y los medios masivos su
entereza y su dignidad en defensa de la patria, hasta bombas le colocaron en
su auto.
A ellos le debemos admiración y respeto; la que no me merece
ningún baboso que, para coger cámara, anda juzgando y condenando a la pena de
muerte a esos que sí han dado el frente por la patria.
Amparar el patriotismo en posiciones racistas o amenazas
criminales, no le hace a usted ni patriota ni revolucionario, más bien parece
un loco fuera de contexto y espacio, aquí no es Oriente Medio, donde las diferencias
se cobran con bombas y cortando cabezas.
Aquí hemos forjado una democracia imperfecta si se quiere,
pero es nuestra democracia, y esta tiene su fundamento en el choque de las
ideas, las diferencias de pareceres y las posiciones divergentes.
La mejor defensa a la soberanía e independencia nacional, no
la hace quien más amenaza de muerte a compatriotas infiera o pronostique, sino
quien aferrado a los ideales de Juan Pablo Duarte y los Trinitarios se
mantengan vigilante ante los planes de potencias extranjeras que nunca han
reconocido el derecho de las naciones pequeñas a ser libres y soberanas.
Ser patriota, no es igual a ser racista, ni asesino.