POR JOSE VALENTIN
Está científicamente comprobado que en política se incurre en errores voluntarios e involuntarios. Los voluntarios son aquellos cometidos por una persona con el fin de dañar o perjudicar a tal o cual individuo sin importar el escenario en que este se encuentre, los involuntarios, no necesitan si quiera ser explicados, su simple pronunciación lo expone todo.
En política muchas veces se comenten errores voluntarios que luego de ser explicado y justificado por sus perpetradores dejan una sensación de satisfacción al agraviado, que este llega a creer que el hecho cometido por el primero ciertamente fue ejecutado sin intención de dañarlo, herirlo o lastimarlo, cuando en verdad el trasfondo tiene un fin y un objetivo especifico en pos del perpetrador.
Estas artimañas políticas son aprendidas a través del tiempo, mediante el ejercicio ininterrumpido de esta ciencia compleja, y cuando estas vivencias se concatenan con el estudio profundo de las experiencias vividas por hombres fríos y calculadores como Richelieu, intrigantes pragmáticos como Fouché , Impetuosos como el papa Julio II, crueles como Agatocles, agitadores como Danton, teatrales como Mussolini, socarrones como Ruiz Cortinez, visionario como Cesar Augusto, Bipolares como el Conde–Duque de Olivares, Psicopatoides como Mirabeau, seductores como Alcibíades, frívolos como Berlusconi, demagogos como Velazco Ibarra, resentidos como Tiberio, Lujuriosos como Nerón , y tenebrosos como Duvalier, se llega a un punto en que estos individuos se convierten en competidores natos, y hacen de su vida una gran olimpiada, que los conlleva a perder la noción de la realidad; y ya fingir y encubrir, se convierte para ellos en una actividad tan normal que no saben si el mundo en que viven es real, o si se vive en una especie de quimera de la que nunca se saldrá.
Está científicamente comprobado que en política se incurre en errores voluntarios e involuntarios. Los voluntarios son aquellos cometidos por una persona con el fin de dañar o perjudicar a tal o cual individuo sin importar el escenario en que este se encuentre, los involuntarios, no necesitan si quiera ser explicados, su simple pronunciación lo expone todo.
En política muchas veces se comenten errores voluntarios que luego de ser explicado y justificado por sus perpetradores dejan una sensación de satisfacción al agraviado, que este llega a creer que el hecho cometido por el primero ciertamente fue ejecutado sin intención de dañarlo, herirlo o lastimarlo, cuando en verdad el trasfondo tiene un fin y un objetivo especifico en pos del perpetrador.
Estas artimañas políticas son aprendidas a través del tiempo, mediante el ejercicio ininterrumpido de esta ciencia compleja, y cuando estas vivencias se concatenan con el estudio profundo de las experiencias vividas por hombres fríos y calculadores como Richelieu, intrigantes pragmáticos como Fouché , Impetuosos como el papa Julio II, crueles como Agatocles, agitadores como Danton, teatrales como Mussolini, socarrones como Ruiz Cortinez, visionario como Cesar Augusto, Bipolares como el Conde–Duque de Olivares, Psicopatoides como Mirabeau, seductores como Alcibíades, frívolos como Berlusconi, demagogos como Velazco Ibarra, resentidos como Tiberio, Lujuriosos como Nerón , y tenebrosos como Duvalier, se llega a un punto en que estos individuos se convierten en competidores natos, y hacen de su vida una gran olimpiada, que los conlleva a perder la noción de la realidad; y ya fingir y encubrir, se convierte para ellos en una actividad tan normal que no saben si el mundo en que viven es real, o si se vive en una especie de quimera de la que nunca se saldrá.
Hay quienes los han descrito como grandes titiriteros, creen controlar no solo el escenario en que coexisten, si no, también a sus reales protagonistas. Mienten, tergiversan, y de manera inconsciente aprendieron a manejar el arte de la simulación y el de la disimulación a la que hace referencia Baltasar Gracián en su célebre obra el arte de la prudencia.
Al final la vida de estos grandes titiriteros termina sumergida en una soledad imperecedera. El nivel de envenenamiento que se alcanza es tan toxico que ni sus seres más cercanos resisten estar a su lado ni por medio segundo. No importa cuántos favores políticos haya hecho el titiritero, cuanta hambre haya matado, cuantas recetas medicas haya donado, cuantos nombramientos. El titiritero político está condenado a vivir y a morir solo.
El titiritero alberga en lo más profundo de su ser un sentimiento pérfido. El titiritero no es digno de respeto, mucho menos de admiración. Yo conozco un titiritero político, se cree dueño y amo del universo. Hace días aconteció un evento político importante en mi provincia, pensé que dejaría la profesión de titiretear; es un mago, lo hacía con 4 a la vez, le fue cortada una mano y pensé que todo acabaría ahí, pero que va, el sigue en su oficio, ahora titiritea solo con 3, pero estas a punto de perderlo todo si no para de titiretar.
¿Que hará el titiritero cuando ya no tenga a quien titiretear?
Estamos a punto de presenciar una batalla campal, el titiritero luego de una supuesta línea bajada, no decide si la unificación política es con la gallina y los pollos. O solo con la gallina sin los pollos. A ver por cuál de los 2 precandidatos a síndico decide el titiritero, por el amigo de antaño o por el que realmente le conviene. La de Troya está a punto de comenzar y el tiempo se acaba.
Volveré al escrito.