POR JOSE VALENTIN PEREZ
A lo largo de la historia la improvisación ha sido uno de los retos por superar más importantes con que ha lidiado la humanidad. No contar con un plan de trabajo estratégico y sincronizado impide hasta cierto punto conseguir los objetivos diseñados y las metas propuestas.
La planificación en política viene a ser la columna vertebral de todo proyecto, llega un punto en que no importa cuántos recurso económico se posea, cuantos favores se hayan hecho, cuantas recetas se hayan donado, cuanta hambre se haya matado, aquel político que no cuenta con un equipo de hombres y mujeres disciplinado que diseñen las estrategias, elaboren un plan de trabajo y tracen las metas a seguir está condenado al fracaso.
Hasta los políticos más recalcitrantes han tenido que ir adecuándose a los nuevos tiempos e iniciar un proceso de reingeniería cerebral con el objetivo de erradicar de una vez y para siempre de sus pensamientos, la idea de que en política el triunfo se consigue los últimos tres días previos al torneo electoral.
¿Cuándo surge en la mente del político esta idea siniestra?
En el mismo instante en que se pierden los valores socios-morales y se avanza hacia a un proceso de deshumanización. Los problemas reales y el sentir del pueblo quedan rezagado a un quinto plano y ya no importa otra cosa que no sea la permanencia en el puesto, sin importar que se tenga que hacer, ni a quien se tenga que agraviar, deshonorar o sacrificar con tal de permanecer en tal o cual posición, al final el fin justifica los medios.
Este mal suscita en todo el escenario político nacional, pero el tema alcanza una mayor connotación en aquellas provincias y lugares donde la pobreza y la insalubridad han tocado fondo, donde la gente apenas come una vez al día, y los servicios hospitalarios son escasos. Es en esos lugares donde aquellos políticos mal intencionados, carentes de valores, atacan como lobos feroces, burlándose de la pobreza de sus provincianos y restregándoles en la cara sus riquezas.
¡Jefe y no vamos visitar a tal o cual dirigente! Diría uno de sus súbditos.
¡No tú tranquilo, ese dirigente lo visitaremos faltando tres días para las elecciones, yo sé como ganármelo! ¡Diría el jefe!
Bahoruco está de las cinco provincias más pobre de toda la geografía nacional y no escapa a esta realidad, ¡pero por Dios! es que tiene que llegar un momento, en que la conciencia se imponga por encima del hambre y de las precariedades humanas, para sacar del escenario político provincial a estos seres aviesos que no ofertan nada a la población, y se vanaglorian con decir, ‘’ yo no moveré un dedo hasta tanto falten tres días para el torneo electoral’’
¡Yo sé como se gana en Tamayo, Galván, Los Mena, Neiba, Villa Jaragua, La Zona cañera, Uvilla, Montserrat……. Dirían ellos ¡
No preocupéis que las elecciones están al doblar de la esquina y será el pueblo quien le desenmascare y le diga en las urnas que tres días no son suficientes.
A lo largo de la historia la improvisación ha sido uno de los retos por superar más importantes con que ha lidiado la humanidad. No contar con un plan de trabajo estratégico y sincronizado impide hasta cierto punto conseguir los objetivos diseñados y las metas propuestas.
La planificación en política viene a ser la columna vertebral de todo proyecto, llega un punto en que no importa cuántos recurso económico se posea, cuantos favores se hayan hecho, cuantas recetas se hayan donado, cuanta hambre se haya matado, aquel político que no cuenta con un equipo de hombres y mujeres disciplinado que diseñen las estrategias, elaboren un plan de trabajo y tracen las metas a seguir está condenado al fracaso.
Hasta los políticos más recalcitrantes han tenido que ir adecuándose a los nuevos tiempos e iniciar un proceso de reingeniería cerebral con el objetivo de erradicar de una vez y para siempre de sus pensamientos, la idea de que en política el triunfo se consigue los últimos tres días previos al torneo electoral.
¿Cuándo surge en la mente del político esta idea siniestra?
En el mismo instante en que se pierden los valores socios-morales y se avanza hacia a un proceso de deshumanización. Los problemas reales y el sentir del pueblo quedan rezagado a un quinto plano y ya no importa otra cosa que no sea la permanencia en el puesto, sin importar que se tenga que hacer, ni a quien se tenga que agraviar, deshonorar o sacrificar con tal de permanecer en tal o cual posición, al final el fin justifica los medios.
Este mal suscita en todo el escenario político nacional, pero el tema alcanza una mayor connotación en aquellas provincias y lugares donde la pobreza y la insalubridad han tocado fondo, donde la gente apenas come una vez al día, y los servicios hospitalarios son escasos. Es en esos lugares donde aquellos políticos mal intencionados, carentes de valores, atacan como lobos feroces, burlándose de la pobreza de sus provincianos y restregándoles en la cara sus riquezas.
¡Jefe y no vamos visitar a tal o cual dirigente! Diría uno de sus súbditos.
¡No tú tranquilo, ese dirigente lo visitaremos faltando tres días para las elecciones, yo sé como ganármelo! ¡Diría el jefe!
Bahoruco está de las cinco provincias más pobre de toda la geografía nacional y no escapa a esta realidad, ¡pero por Dios! es que tiene que llegar un momento, en que la conciencia se imponga por encima del hambre y de las precariedades humanas, para sacar del escenario político provincial a estos seres aviesos que no ofertan nada a la población, y se vanaglorian con decir, ‘’ yo no moveré un dedo hasta tanto falten tres días para el torneo electoral’’
¡Yo sé como se gana en Tamayo, Galván, Los Mena, Neiba, Villa Jaragua, La Zona cañera, Uvilla, Montserrat……. Dirían ellos ¡
No preocupéis que las elecciones están al doblar de la esquina y será el pueblo quien le desenmascare y le diga en las urnas que tres días no son suficientes.