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domingo, 1 de noviembre de 2015

EXPRESIONES: Verde Esperanza

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Por Tomás Aquino Méndez
La terrible sequía que afectó al país este año golpeó duramente a los productores de la región suroeste. Se perdieron cosechas de tomates, de yucas, de batatas. Se dañaron plantaciones de aguacates, de plátanos, de guineos. Se redujo la producción de agua y mermó la producción de caña.

Los acueductos prácticamente se quedaron sin agua. Una tragedia.

Pero vinieron las lluvias. El Yaque del Sur volvió a aumentar su caudal. Bajaron las temperaturas y renació la esperanza.

Los laboriosos hombres y mujeres del suroeste retomaron su ritmo laboral.

Las tierras comenzaron a ser renovadas. Las plantaciones replantadas y el esfuerzo triplicado.

Llegó también el respaldo del Ministerio de Agricultura, el Instituto Agrario Dominicano y el Banco Agrícola. Hoy, la esperanza vuelve a ser VERDE.

En los predios de Azua, Barahona, San Juan, Bahoruco, Elias Piña e Independencia, el sudor vuelve a caer sobre los surcos. Es cierto que el tiempo que se va no vuelve y lo que se perdió no se recupera. Por eso los productores agrícolas del suroeste no hablan del pasado.  De sus labios solo salen palabras positivas para el porvenir.

Claro, no olvidan que tuvieron grandes pérdidas y que tienen compromisos que saldar. Su meta es ahora rescatar las tierras, lograr excelentes cultivos y darle a su región, y el país, los frutos que saben cosechar de toda la vida. El Suroeste es una región de esperanza, de gente positiva. Por eso es que muchos nos preguntamos ¿qué ha pasado con nuestros gobernantes? ¿Por qué se tardan tanto en venir y hacer la inversión requerida? Es inexplicable que un proyecto como Monte Grande, motor fundamental para el desarrollo de esta zona, aun se encuentre en las gavetas de funcionarios, ingenieros y empresa constructora. Esta presa, pensada por primera vez por el profesor Juan Bosch, no puede esperar más.

Un sueño que el fenecido expresidente no materializó porque solo pudo gobernar el país por siete meses. Creo que Danilo Medina, uno de los más fi eles seguidores de su pensamiento, e hijo de esta región, debería hacer realidad ese proyecto. A pesar de los tropezones, nuestra fe y esperanza positiva, nos hace confi ar en que este anhelado sueño está muy cerca de ser cristalizado. El verde esperanza sigue creciendo en las tierras y en la mente de los hombres y mujeres de la productiva tierra suroestana.