Por Walkiria Feliz.
Introducción
La Tecnología de Información y Comunicación (TIC), se ha convertido en los últimos años en una tendencia de motivación e iniciativa de la formación docente y del alumnado donde la construcción de nuevos conocimiento propicia una mejor preparación integrando la tecnología al currículo educativo.
De esta manera la educación gira en torno a una mejor enseñanza virtual, usando las herramientas y plataformas educativas más avanzadas con entornos de aprendizajes enriquecidos en tic. Donde la motivación de aprender haciendo, adquieren las habilidades, destreza y capacidad constructivista.
Las tic no son una panacea para los problemas educativos sino una ventaja de oportunidad de innovar en la gestión del conocimiento, en la estrategia de enseñanza, en la configuraciones institucionales, en los roles de los profesores y los alumnos.
Desarrollo
En los últimos cinco años, América Latina se ha convertido en una de las regiones más proactivas del mundo en relación con la integración de las TIC en sus sistemas educativos, con el fin de contribuir a la inclusión social, la democratización y la reducción de la brecha digital. Este proceso de desarrollo de políticas que promueven la integración de TIC en el sector de la educación se asienta en las experiencias de inclusión digital que ya se venían desarrollando en los países de la región (Sunkel y Trucco, 2012).
Una sociedad en donde los conocimientos, la ciencia y la tecnología juegan el eje central de una perspectiva inteligente de desarrollo, no puede permitir la reproducción de condiciones de riesgo e inestabilidad extremos, como en los que se vive. La región de América Latina y el Caribe se encuentra determinada por su ubicación de exclusión en el marco de brechas y asimetrías en las que ocurre la división internacional de los conocimientos, de la innovación tecnológica y de la revolución de la ciencia y de sus aplicaciones, y esto aparece día a día de manera contrastante y desalentadora para las instituciones educativas de la región, que se ven constreñidas a llevar a cabo procesos que tienen que ver más con la transferencia de conocimientos o con su imitación, que con la innovación y creatividad desde la perspectiva de una cultura propia y de una identificación clara de las prioridades sociales y económicas en beneficio de las mayorías de sus poblaciones.
En América Latina el vínculo de la educación con las tecnologías de la comunicación ha estado atravesado por dos ideas centrales; una alimentada desde el propio sector educativo y la otra desde fuera. La primera se refiere a que cada nueva generación tecnológica se vislumbra como la gran panacea que, por fin, vendrá a saldar los rezagos de la enseñanza en la región. La segunda, construida desde la sociedad, sostiene que la educación es lenta cuando se trata de incorporar a sus propuestas recursos tecnológicos de reciente desarrollo, así como otros avances de orden diverso.
El uso de las TIC en América Latina comienza a promoverse a mediados de la década de 1980, coincidiendo con los años en los que algunas innovaciones tecnológicas empiezan a ser empleadas de manera más o menos regular en ciertos sectores sociales.
Sin duda, la Unesco fue el organismo clave para establecer las bases de la nueva educación, primero, a través de la obra de Jacques Delors La educación encierra un tesoro (1996), y, dos años más tarde, por medio de los documentos que emanaron de la «Declaración mundial sobre educación superior en el siglo XXI: visión y acción» (ED-98/CONF.202/3, 1998).
Las brechas que hoy presenta América Latina son significativas y ponen de manifiesto la magnitud de los esfuerzos que los Estados deben realizar, la integración de TIC suma nuevos interrogantes y plantea, además, diferencias significativas entre quienes acceden a la tecnología y quienes acceden y usan las tecnologías, entre quienes las usan y quienes las manipulan y transforman en forma significativa, entre hombres y mujeres, entre espacios con conectividad y sin conectividad
En síntesis, si bien América Latina es reconocida como la región actualmente más proactiva en procesos de integración de TIC en educación, también continúa siendo la más desigual, por lo tanto, todos los esfuerzos deben estar orientados a mejorar la situación de las poblaciones más vulnerables y a incrementar la capacidad de los Estados para generar políticas educativas que, a partir de la integración de TIC, permitan la construcción de una escuela que promueva prácticas pedagógicas potentes, que traspasen los muros y activen los aprendizajes y la producción de conocimiento.
Mediante las innovaciones que proponen la integración de TIC en los sistemas educativos se aspira a dar respuesta al conjunto de estos desafíos de mejora de la calidad de la educación. Es de esperar que América Latina logre consolidar un proceso ya iniciado, asumiendo el desafío de ingresar en una etapa de transformación y extensión progresiva de las experiencias en marcha, a partir de la integración de las TIC en el ámbito educativo.
Bibliografía.
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