Por Yorik Piña
En una publicación en mi muro de facebook, coloque las fotos de la instalación de una micro-empresa (Las herramientas para un tallercito de reparación de motocicletas) a uno de los traviesos que está inserto en el programa de reeducación que dirijo en Barahona, en mi calidad de psicólogo clínico. Me llenó de mucha satisfacción los comentarios de amigos que me conocen muy bien, otros no tanto, por la acción descrita.
Agradezco a todos por sus comentarios; pero lo que hago lo seguiré haciendo porque me da gran satisfacción.
Agradezco a todos por sus comentarios; pero lo que hago lo seguiré haciendo porque me da gran satisfacción.
Yo estoy motivado aunque no oiga una sola palabra de aliento. Reeducar estos jóvenes y sacarlos del fango de las drogas y la delincuencia es una prioridad en mi vida. Si dejo de hacer esto. (Lo hago desde 1964), no le sentiría sabor a la vida.
Descubrí hace mucho tiempo que lo sé hacer y mi estima se hincha cuando uno de estos jóvenes es reeducado. En 10 años van 47 de ellos que ya han salido del mundo de las drogas y la delincuencia y no ha habido el primer caso de reincidencia. El programa es ambulatorio y tiene una duración de 5 años.
Estoy consciente de que esta es una labor del Estado Dominicano, pero no me voy a quedar de brazos cruzados porque no es mi responsabilidad y sé que no lo es. Uno de los valores que está inserto en mi personalidad es la empatía (ponerse en los zapatos del otro) y me duele el dolor de esos jóvenes que no saben que les duele.
No sienten el dolor porque creen que es lo normal. Nunca han vivido de otra manera, sino en sufrimiento que provoca la pobreza, la falta de uno de los padres en el hogar, los abusos físicos y psicológicos que sufren a diario, la ausencia de la escuela, la exclusión social que le impide acceder al sistema de salud, al alimento, al deporte, a la recreación sana, a la discriminación por el color de piel. NO HAN VIVIDO COMO SERES HUMANOS. Están, socialmente, excluidos.

Todo se debe a la mala formación que provoca la falta de madurez. Hombre de 40 años y más que reaccionan como adolescentes de 15 años; pero con edad cronológica de adulto: Niños con canas. No han madurado ni van a madurar.
A los jóvenes que finalizan el programa de reeducación, se les otorga un certificado de adulto.
La madurez es un proceso, al través del cual se consiguen las herramientas para manejarse, adecuadamente, en la vida y lograr la libertad plena, que es igual a independencia plena, que es igual a felicidad plena.
De esta manera, los ex traviesos dejan de atracar, de consumir drogas e inician una vida con empatía y asertividad, los valores que les ayudarán a vivir adecuadamente en sociedad.