Por Sussy Féliz
Me he encontrado con la frase “Para el mundo eres lo que aparentas. Para tí, solo lo que sientas”. Y me ha llevado a reflexión sobre cómo vive la gente hoy día. De repente, aparentar se ha convertido en el motor que impulsa la existencia de muchas personas.
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¿Cómo mostrar que soy superior, que estoy bien, que gano bien, que vivo en abundancia, que soy feliz? Porque nadie quiere acercarse al obsoleto, al pobre, al que no luce, que no tiene pinta, al de “a pie”, al que no “hangea” en la disco, en el drink, etc. Me atrevo a pensar que muchos cerebros procesan estas palabras cada día: “¿Cómo sobresalgo?”
Esta ansiedad por mostrarle al mundo un “yo irreal”, trae a muchos estresados. Pues el interés por sobresalir con atributos sobrevalorados de la realidad que se vive, los lleva a sumergirse en una fantasía que, al final, costará sufrimiento, cuando ya no puedan sostener tal falacia.
Es una epidemia de mostrar cada momento, cada espacio, cada actividad, cada relación, cada chercha, para que el mundo sepa que hay bienestar y placer, que hay felicidad. Lo peor de todo es que esto contamina, ya que muchos que ven ese bienestar ajeno, empiezan a martirizarse, a pensar por qué ellos no están igual de bien y felices. Entonces empiezan a buscar la forma de no quedarse atrás, y para esto entran al círculo vicioso de gastar lo que no tienen, de endeudarse, de estresarse, mostrar una sonrisa cuando en su corazón hay tristeza y dolor.
Lo mejor es ser auténticos, aceptarse tal cual, ser felices a ratos. Sí, a ratos; porque se puede estar bien y no estar feliz. Como seres humanos imperfectos, caerse, levantarse y luchar cada día para ser mejores personas. Recordar que los mejores momentos son los que se viven, no necesariamente los que se exhiben. Quien te quiere, te acepta como eres, de lo contrario, que se aleje.
No se amargue la vida por no estar a la altura de otros, por no poder tener ese viaje a Disney, ese resort, o ese carro que anhela y que el vecino o amigo suyo lo tiene. Noooo! Espere su tiempo, organícese, ponga su fe en Dios y trabaje arduamente. Recuerde que “Mejor es un bocado seco, y en paz, que casa de contiendas llena de provisiones. Proverbios: 17.
“No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación.
No es la ropa, es la clase.” Coco Chanel".