POR DAVID RAMIREZ
A la provincia de Barahona no le construyen las obras que reclaman sus ciudadanos desde hace muchos años, como son el nuevo mercado público o el nuevo alcantarillado en su ciudad cabecera, pero cuando inician la construcción una obra, tiene la mala dicha de que nunca la finalizan, como han sido los casos del acueducto Asuro o el Parque litoral María Montez.
Pero no solo eso, cuando el Gobierno concluye una obra, resulta que al cabo de poco tiempo descubrimos vicios, irregularidades o mala calidad de los materiales utilizados por los contratistas para su construcción, como fueron las casetas y paseos en madera en las playas El Quemaito y Los Patos.
Sobre esos casos nadie en el gobierno responde ni se hace responsable porque destaparía la caja de pandora que dejaría al descubierto la red de corrupción, dádivas o sobornos que impera en Barahona entre los funcionarios públicos y los contratistas.
Lo peor es que los barahoneros nos hemos acostumbrado a que nadie en el Gobierno nos escuche o responda a los reclamos.
Parecemos un pueblo sedado o habitados por borregos acobardados que caminan en la oscuridad.
