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miércoles, 20 de mayo de 2020

OPINIÓN: Cuidado con la mente.

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Por  Carlos Julio Féliz Vida

La Organización Mundial de la Salud ha llamado, recientemente, a los gobiernos del mundo a invertir en programas de salud mental, bajo el entendido de que la pandemia está afectando el equilibrio psicológico de muchas personas.

Ciertamente, el estado de ansiedad se incrementa ante la pérdida de parientes y amigos, el aislamiento voluntario o forzoso, la presión económica, pérdida o suspensión del empleo, falta de contacto físico con personas amadas, alejamiento de centros y espacios de diversión, entre otros factores que pueden afectar significativamente la convivencia social y con ello la estabilidad emocional de los humanos.

La mente es como un huerto, en ella germina y crece lo que sembramos.

El afán que acumulamos obra en contra nuestra.

La personalidad eficiente es la que puede adaptarse a las circunstancias, de ahí que dependerá mucho de cada uno, cómo deje que esta situación le afecte.

Entender que los cambios se hacen con un determinado objetivo, ayuda a darle sentido a la nueva realidad; valorar que tras la adaptación se derivan beneficios y no sólo pérdidas; entender, que esta situación ha de devenir en transitoria, como una consecuencia de la dialéctica de los procesos históricos; apreciar con los ojos de la fe en Dios el porvenir, ha de ayudar a mantener el equilibrio mental.

Contrario a otras pandemias, donde no se sabía cual era el agente infeccioso, ni se tenía idea de como prevenirlo, la humanidad conoce el virus que produce el covid 19, sus mecanismos de transmisión y la profilaxis para prevenirlo. Se trabaja arduamente en la búsqueda de vacunas y se cuenta con un cóctel de medicamentos que en muchos casos han dado resultados satisfactorios. El panorama deja puertas abiertas a la esperanza.

La cuestión es que este virus se transmite de humano a humano, y hace que tengamos miedo de tratarnos de cerca, sospechamos unos de otros, y, por tanto, rehuimos a lo que nos era habitual, compartir espacios, tocarnos, abrazarnos, jugar, bailar, intimar, en fin, convivir lo humano con libertad.

Esa realidad trastoca el enfoque tradicional, nos coloca ante nuevos paradigmas y nos llama a hacer ajustes psicológicos para no enfermarnos de la mente, de nada valdría sacrificarnos para que el virus no afecte nuestros cuerpos, si terminamos perdiendo la salud de nuestras mentes.

Podemos superar esta etapa, dejar pasar lo que no podemos controlar y reinventar opciones que nos permitan darle significado al tiempo que tenemos. Hacer nuestra propia fiesta, cada vez que sea necesario, reforzar lazos y vínculos con la familia que está cerca y motivar a la que está lejos, disfrutar la amistad distante y romper la rutina con la fruición del recuerdo bonito y con la fe del que sabe que esto también pasará.

*El autor siguió cursos de Postgrado en psicología aplicada a contextos sociales y jurídicos, en la Universidad de Coruña, España, en programa dual con Universidad Intec, 2004-2005.