Por Carlos Julio Féliz Vidal
Últimamente, se han dado señales que generan confusión acerca de las políticas públicas de manejo del coronavirus.
Lo que se decía de quédate en casa, ha perdido fuerza. Sólo se habla de reactivar la economía y de las elecciones.
El quédate en casa se tomó cuando teníamos decenas de casos, ahora que pasamos de diez mil, parece que todo apunta a una flexibilización y desmonte de la medida.
Se debe recordar que el 24 de abril, al juramentar y celebrar el triunfo de las nuevas autoridades, se incrementaron los contagios a nivel nacional, por las aglomeraciones de personas, hasta el punto que en un ayuntamiento de Santo Domingo, se enfermaron 16 de los 17 regidores electos.
El virus está circulando libremente en las grandes ciudades y el Estado apenas ha realizado 40 mil pruebas, lo que implica que no se puede conocer la cantidad de personas enfermas.
Los políticos, como en otras tantas ocasiones, sólo piensan en la dimensión electoral del tema. Ellos pueden calcular el número de muertos de manera fría, y asumir ese riesgo.
El pueblo y las familias son los llamados ahora a decidir qué harán de caras a esta pandemia.
Al final, para el Estado y para los Partidos Políticos, importará más lo económico y lo electoral, que la salud y la vida de la gente.
Este no es el mejor momento para abandonar la prevención.
Es el mejor momento, sin embargo, para hacer compromisos y entiendo que la clase política y la empresarial ya empezaron a dar los pasos en ese sentido.
Que no me digan que las madres dominicanas prefieren que todo vuelva a la normalidad porque desean un regalo el último domingo de mayo. ¿Qué madre querrá ver un hijo enfermo o muerto por el coronavirus? Con ese cuento no me convencen.
Pongamos en manos de Dios al país, porque parece que la clase política está decidida a ponerlo en manos del Covid-19.