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miércoles, 24 de febrero de 2021

Un camino equivocado

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POR SANTO SALVADOR CUEVAS

Haití viene sacudido desde hace meses por una crisis política que la coloca casi al borde de una guerra civil. La población haitiana está polarizada entre los simpatizantes del presidente y gobierno actual y los que se oponen argumentando que es ilegal y de facto, exigiendo en las calles con grandes manifestaciones su renuncia.

Es un acto irresponsable de quien, ignorando la convulsión social que impera en Haití, penetre a ese territorio a grabar escenas cinematográficas sin más protección que la del gran poder de Dios, olvidando incluso que Dios dice "ayúdate, que yo te ayudaré".

Como consecuencia tenemos el secuestro de varias personas, entre ellos los hermanos de origen dominicanos Campusano Feliz, por quienes piden millones de dólares a cambio de su libertad.

Dada la situación haitiana y su historia de resistencia y anarquía, interpreto que el arma fundamental para rescatar con vida a esos jóvenes es la diplomacia en alianza con las autoridades haitianas.

El gobierno Dominicano a instruido al Ministerio de Defensa de este país proceder al rescate militar de los secuestrados, para los cual están involucrados sofisticados armamentos y varias unidades de altos oficiales que, según la prensa nacional, ya se encuentran en la frontera de Jimaní.

Tres cosas:

1. La popularidad del gobierno dominicano no debe ser a costa del sacrificio de dos vidas de dominicanos, si esos secuestradores ven frustradas sus esperanzas de conseguir esos dólares, procederán contra la vida de los secuestrados.

2. Esa del gobierno es "guerra avisada" por radio y televisión, lo que ha tirado por las bodas el factor sorpresa que debe ir articulado a la lucha en el campo diplomático.

3. La soberanía del pueblo haitiano debe ser respetada y la penetración en su territorio de cualquier fuerza extranjera es equivalente a una invasión o declaración de guerra, en este caso, entre los dos países, en la que nos involucran a todos los dominicanos.

El gobierno dominicano debe parar esa aventura militarista, y proceder retomando la lucha diplomática en combinación con las autoridades de Haití.

Sean comedidos y prudentes, no jueguen con candela, ni nos lleven a una guerra sin aprobación siquiera del Congreso Nacional.