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viernes, 9 de julio de 2021

Mi visión del suicidio.

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Por Dr. Carlos Julio Féliz Vidal.

Escribo estas notas, al enterarme de la muerte, presuntamente por suicidio, de un excelente profesional, a quien admiraba mucho, el maestro de la UASD, Félix Rodríguez, sin que las notas hagan referencia a su caso, cuyos pormenores desconozco, a la hora de el escrito.

Jamás he visto como a un cobarde a quien decide disponer de su propia vida; se requiere valor para tomar una decisión de esa magnitud.

Posiblemente, lo que importa no es el acto, sino el motivo y saber si es posible "trabajar" el motivo y evitar el suicidio.

Muchas legislaciones vienen abordando conjuntamente con el "derecho a la vida el "derecho a la muerte". La "vida digna y la muerte digna", están andando de la mano en los nuevos paradigmas del Derecho Constitucional.

La tentativa de suicidio dejó de ser un tipo penal, porque  el bien jurídico contra el que el autor atenta es su propia vida, por lo tanto el autor y la víctima coinciden en una misma persona, de donde resulta la dificultad de sancionar,  desde el punto de vista técnico jurídico, a quien intenta quitarse la vida y no lo logra.

Desde un punto de vista jurídico, el suicidio no es un tema relevante, salvo que la persona que quiera morir acuda a la asistencia de terceros para que le faciliten morir.

Claro, no es descartable que tras un aparente suicidio exista un homicidio, asesinato o envenenamiento, lo que debe determinarlo, en cada caso concreto, una "adecuada investigación".

Me parece que la verdadera importancia de conocer  el suicidio está en la prevención. 

Hay factores sicológicos, culturales, económicos, sociales, laborales, familiares y de salud que pueden explicar el suicidio.

Los factores psicológicos que se detectan a tiempo, pueden ser abordados por los profesionales de la conducta.

Los factores sociológicos, culturales, familiares, económicos y laborales, requieren de un bagaje más amplio, incluso del sentido común, para prevenirlos. La mayor dificultad está ligada a la capacidad de familias, amigos, compañeros y allegados de percibir  "la situación concreta" que podría conducir al siniestro,  lo que podría permitir hacer "empatía oportuna" para evitar la decisión fatídica.

Un acontecimiento puede desequilibrar la vida de una persona; una situación que no se sepa manejar con "madurez emocional"; una infidelidad, un chantaje, un error humano con consecuencias financieras, laborales, morales, entre otras eventualidades, puede desencadenar en una decisión trágica.

Los problemas de salud, ante enfermedades catastróficas, en muchos casos conducen al suicidio, para evitar el dolor prolongado o para prevenir la ruina económica de la familia.

Los casos y las circunstancias pueden ser tantos que no es posible abordarlos en unas notas espontáneas como éstas.

Cabe decir, que a veces bastan unas palabras, un abrazo y una actitud de solidaridad oportuna, para evitar un suicidio de un ser humano que nos importa.

He perdido buenos amigos en esa ruta mortal. también he ayudado a otros a ver que tras la oscuridad habrá de resurgir la luz. Tengo amigos que valoro y amo mucho, que pensaron en "terminarlo todo" por una "traición amorosa", o por una "separación",  un factor cultural que no ha sido digerido bien por una parte de los hombres dominicanos.

Recuerdo una ocasión en la que un grupo de amigos, me llamó para decirme que una persona apreciada por mí, había decidido "terminar con su vida", porque su novia había decidido ponerle fin a  la relación.

 Mis amigos me instaron a que hablara con el compañero en problemas. Yo estaba dando clases en la Uasd al recibir la llamada. Manejé la situación con los estudiantes y fui al lugar donde estaba el grupo (bebían en una disco, algo imprudente ante la pretensión suicida del amigo).

Al llegar al sitio, saludé brevemente a los acompañantes de mí amigo y me concentré en él. 

Teniéndolo de frente, recuerdo que le dije: Es cierto que usted piensa matarse porque su novia lo dejó? Titubeó un poco y me dijo que sí.
Sin dejarlo reponerse, le hice la otra pregunta, ¿Cuántas "totas" tiene su novia? Ante esa pregunta se sintió sorprendido, no esperaba una pregunta así. Me dijo, no entiendo. Le hice la pregunta con otras palabras: ¿Cuántas vaginas, cuántos "totos" tiene su novia entre las piernas? Respiró y me dijo "uno", maestro; tiene uno.

Le dije y usted se va a matar por una mujer que sólo tiene un "toto"? Yo vine aquí pensando que se mataría por una mujer que tendría "varios totos", porque hasta yo me daría un tiro por ella.

Lo cierto es que eso que le dije le fue terapia. Mi amigo sigue viviendo y es feliz al comprender que "nadie tiene tanto consigo" que nuestra felicidad esté en sus manos.

He lidiado desde mi carrera, la abogacía, con las pasiones desbordadas, con los conflictos humanos, con la desesperación y el dolor de las gentes, y he visto que lo que más ayuda, en los casos que pueden conducir a tragedias de sí o de otros, es la empatía, la solidaridad, la esperanza y la palabra oportuna.

A veces, aunque resulta paradójico, el tema es religioso. Un embrollo de información mal manejada, una creencia falsa o un sentimiento de culpa,  pueden "tener el efecto de matar" a creyentes en Dios, sino encuentran a tiempo la orientación adecuada.

Juzgar al muerto no sirve para nada; esas personas eran como nosotros, humanos luchando en un mundo de adversidades para ser mejores personas.

Al margen de los motivos existenciales, debemos recordar cómo vivieron, no cómo murieron.

Con respecto a los vivos, tenerlos en cuenta, auscultar sus emociones, hacer empatía con ellos en situaciones difíciles y brindarles esperanza y solidaridad.

Dios nos permita, en cada ocasión, ser luz y esperanza, en lugar de ser fuente de oscuridad y depresión.

Mis respetos y solidaridad a la Familia del maestro Félix Rodríguez y con ellos a toda la familia uasdiana, en tanto que su muerte ha dejado en nosotros un profundo sentimiento de pesar.