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miércoles, 27 de abril de 2022

Jaime David (5): “Y si todo hubiera sido diferente”

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POR RAFAEL MENDEZ
Periodista-ex diputado

“De qué están hechos los grandes líderes”.

  “El factor Churchill no es solo un libro para los interesados en la Historia, es también una reflexión sobre el liderazgo y la importancia del ser humano para acometer empresas importantes; una lectura fundamental para todo el que quiera saber de qué están hechos los grandes líderes”. 

Ya cuando había terminado este trabajo, me encontré con el libro “El Factor Churchill”, que tiene como subtítulo “un solo hombre cambió el rumbo de la historia”,  escrito por el actual primer ministro de Inglaterra, Boris Johnson, y aunque no lo he terminado de leer, me resultó interesante “piratear” algunos de los planteamientos que contiene la obra. 

Aunque desdeñar “El factor José Stalin” en la derrota del fascismo, no hay porque regatear su afirmación de que Churchill “tuvo el enorme y casi temerario coraje moral de comprender que el enfrentamiento sería terrible, pero que la rendición resultaría aún peor”. 

Importante es destacar que el autor deja por sentado que el libro es  “una lectura fundamental para todo el que quiera saber de qué están hechos los grandes líderes”, lo que se corresponden con el espíritu de que pretendo dejar plasmado en este artículo.

 “muy mal disimulado antileonelismo”

  Una joven periodista, durante una entrevista en un programa de radio, le enrostró al doctor Jaime David Fernández Mirabal que en sus respuestas evidencia un muy mal disimulado antileonelismo, lo que el miembro del Comité Político del PLD respondió con argumentos y evasivas poco convincentes, que los productores del espacio le pusieron de manifiesto. 

De ahí que me permito hacer algunas puntualizaciones en relación a los  planteamientos formulados por el ex vicepresidente de la República que para muchos de sus antiguos seguidores “tiró por la borda” sus potencialidades políticas, lo que al parecer en el subconsciente de su retrospectiva, y que me excuse el atrevimiento, no logra desprenderse de ese sentimiento nostálgico, que podrían estar influidos por algunos cargos de conciencia.

   “Se habla en público con razonable franqueza de la enfermedad del dirigente político cuando se trata de dolencias físicas, pero no tanto cuando se trata de dolencias mentales”, asegura el colega de Jaime David, el doctor británico David Owen en su libro “En el poder y en la enfermedad”, y que tiene el subtítulo “Enfermedades de los jefes de estado y de gobierno en los últimos cien años”. 

  “Sin grandes hombres no se consiguen grandes acciones –escribió De Gaulle-, y los grandes hombres poseen esa grandeza porque tuvieron la voluntad de acometer grandes acciones”…Para lograr el éxito  los líderes deben tener una gran firmeza de voluntad, y saber lo que hay que hacer para movilizar las voluntades de los demás”, escribe Richard Nixon, en sus “Reflexiones sobre el liderazgo”, que recoge en su libro “Líderes”.

El papel del individuo

  Muchos, muchísimos, tratadistas han abordado el papel del individuo en la historia, “no  porque sus particularidades individuales imprimen una fisonomía individual a los grandes acontecimientos”…

  …“Sino porque está dotado de particularidades que le hacen más capaz de servir a las grandes necesidades sociales de su época, que han surgido bajo la influencia de causas generales y particulares“(G. Pejanov).

  Y “es precisamente en medio de las crisis cuando los ciudadanos miran con expectativas inusitadas hacia los líderes políticos, en primer lugar, los del gobierno y los que están en la oposición. Porque, “en política, las palabras son hechos, que tienen su propia densidad física y sus efectos pueden ser beneficiosos o catastróficos” (Nicolás Sartorius).

  Antes que los autores citados tratarán el “papel del individuo en la historia”, ya Carlos Marx había establecido que “los hombres hacen  su propia historia. No como les placen, sino de acuerdo a las circunstancias estudiadas”.

Me quedo en lo nacional

  Según el doctor Jaime David Fernández Mirabal, en la República Dominicana solamente hay un solo partido, y lo es, el Partido de la Liberación Dominicana, y que en la coyuntura actual lo que hay son candidatos, sin organizaciones políticas establecidas que sustenten sus aspiraciones.  

 Hay que recordarle a Jaime David, que sin importar la naturaleza de sus gobiernos, y los métodos utilizados para imponerse, ni el tirano Rafael Lenidades Trujillo Molina ni el doctor Joaquín Balaguer, tenían partidos organizados cuando “ganaron” las primeras elecciones presidenciales.

 Los exiliados que regresaron a la caída de la dictadura no tenían partidos organizados en la República Dominicana, y eran escasamente desconocidos, incluyendo al profesor Juan Bosch. De ahí que quienes optaron por candidaturas en todos los niveles, montaron sus maquinarias electorales en menos de dos años, luego de su arribo al país.

 Recuerdo que en medio de la difícil situación política en la que estaba inmerso el país por el fraude electoral en los comicios del 1994, el doctor José Francisco Pena Gómez pronosticó la desaparición del PLD por el estrepitoso fracaso cosechado por el partido morado en ese certamen.

 Con la escasa militancia que tenía la entidad liderada por el profesor Juan Bosch, aun sin superar la crisis política producto de evidente fraude, el pueblo evidenció al partido morado como la vanguardia política, al plantear el Pacto por la Democracia entre las principales fuerzas políticas, con la mediación de representación internacional que mediaba en conflicto.

  Y ahí está la historia reciente: dos años después el PLD se convertiría en partido de gobierno al ganar las elecciones del 1996, que la dirigencia  perredeísta entendía que ese certamen era un traje hecho a su medida para que el doctor Pena Gómez se impusiera cómodamente en esos comicios.