Las contradicciones sobre la eventual explotación de la mina de oro de El Romero, en San Juan, se han manifestado entre representantes del clero católico.
No es la primera vez que los religiosos tienen posiciones encontradas sobre un problema, pero tanto en el caso de la mina como en otros esas visiones tampoco, por su trascendencia, pasan inadvertidas.
Las posiciones de los religiosos recogen el sentir a favor y en contra de amplios sectores de San Juan y del país respecto a la minería.
El obispo Tomás Alejo Concepción favorece la realización de un estudio medioambiental para determinar si es factible la explotación de los recursos auríferos de la zona. Parece lo más indicado.
Sin embargo, sacerdotes del llamado sur profundo están negados a cualquier mecanismo que pueda propiciar que se aprovechen los yacimientos.
En un documento sacerdotes de Azua, Elías Piña y San Juan expresaron su total oposición a los estudios de factibilidad, advirtiendo de antemano las consecuencias nefastas que según ellos tendría para la salud y la vida la explotación de la mina.
Las posiciones de los religiosos recogen el sentir a favor y en contra de amplios sectores de San Juan y del país respecto a la minería, que obligan a las autoridades a actuar con la mayor sensatez. La vida y la salud no se pueden poner en peligro por nada.
Pero tampoco por la pasión, la irracionalidad y la insensatez se puede detener el bienestar y el desarrollo. Las autoridades tendrán que sopesar la decisión que más convenga a San Juan, a la zona sur y al país.
